martes, 19 de febrero de 2013

Feliz de ser mujer

Vamos a poner las cartas sobre la mesa. Siempre he sido un poco cortita. No, eso suena muy autoflagelatorio. Dejémoslo en poco perspicaz. Sin embargo, soy perfectamente capaz de reconocer cuándo estoy donde no tengo que estar y cuándo no estoy donde tengo que estar. Vuelvo a explicarme mal. Vamos al detonante de mi reflexión. Cincuenta sombras de Grey lo peta. Girls lo peta. Mis asesoras literarias y audiovisuales me dicen que no me moleste en leer Cincuenta sombras de Grey y que vea Girls ya (A. en concreto es muy vehemente en esta recomendación y empiezo a sentirme culpable por no haberla atendido aún). Pero esa es otra historia. El caso es que por doquier surge material cultural dedicado al público femenino. Es un mercado creciente y yo NO estoy ahí. Error.

miss modern

Podéis repasar las entradas del blog, ni una. Nunca he hablado de esas cosas que salen en las revistas de mujeres, ni siquiera en las que van de modernas. Supongo que nunca me he encontrado cómoda hablando de cosas de chicas. Ni siquiera tengo muy claro qué son las “cosas de chicas”, pero cuando intento hablar de lo que por consenso me imagino que se entiende por “cosas de chicas” me siento como Carmen Lomana contando qué es el bosón de Higgs, o por explicarlo de una forma más visual, como Sheldon Cooper, de Big Bang Theory, bailando salsa. Así:


Bien, ha quedado claro que estoy limitada en ese sentido. Pero no tanto como para no saber que una de las cosas más de chicas, de chicas de todas las edades, nacionalidades y condiciones, es ir al ginecólogo.


Sé lo que estáis pensando, este tema os parece una ordinariez. Pero alguien tenía que abordarlo y al fin y al cabo yo no tengo reputación que echar por tierra ni prácticamente seguidores que perder. Así que voy a cubrir dos carencias de golpe. Una propia, en cuanto a temas femeninos, y otra en el mundo de las playlists, que ya están bastante saturadas de “canciones para cocinar”, “canciones para conducir”, “canciones para hacer el amor” y obviedades por el estilo. Chicas, preparad vuestro iPod para esta selección. Fuera reparos, ir al ginecólogo puede ser guay. Es cierto que da pereza y es bastante incómodo, pero puedes convertirlo en una celebración de tu feminidad y reafirmarte en ella con himnos como estos:

- Man! I feel like a woman, de Shania Twain. Es un temazo y el videoclip tiene su punto irónico: es igual que el de Addicted to love, de Robert Palmer, solo que aquí los músicos mamarrachos fake son hombres. Si no te sientes mujer cuando te sientas en el potro, entonces, ¿cuándo? Este podría ser uno de tus temas de cabecera para tus revisiones periódicas. Conviértelas en una fiesta y haz uso de tu “prerogative to have a little fun”.


- Si analizas las revistas femeninas, lo que más felices nos hace a las mujeres son las compras, los tíos, cotillear, estar monas y, por supuesto, cuidarnos:

cosas de chicas

¡Pues claro que sí! Pero eso ya lo sabía Cindy Lauper. Así que, ¿por qué no concentrar todos esos placeres en un día? Sugiero: ginecólogo, compras con tu churri y pintarte las uñas mientras ves Corazón, corazón. Because Girls just wanna have fun.


- Las Baccara son uno de mis básicos, a estas alturas ya lo sabéis. El glamour no tenía secretos para ellas, y creo sinceramente que no hay mejor manera de saludar a tu ginecólogo/a que decirle eso de “Hello, stranger, you’re a danger” y después pensar entre ti: “Sorry I’m a lady”. Girl power y boas de plumas, what else?


- Aunque en el fondo lo que piensas, lo sé, es “acaba ya”. Ya te he contado toda mi vida, acabemos este suplicio del cuestionario y vamos al tema. O como dice Joan Jett: Do you wanna touch me? Sin miedo, esa es la actitud.


- Seamos realistas, la exploración es cuanto menos molesta, por más que estés disfrutando con esta exaltación de tu condición femenina. Take it easy, girl! Un pequeño truco: piensa en cualquier otra cosa. Por ejemplo, en lo que vas a hacer este fin de semana. ¿Un arroz con bacalao? ¿En lo alto del puerto? Las dos estamos pensando en Sarandonga. Y si es en versión chill out, mucho mejor. Conseguirás un efecto aún más relajante.


- Ajá, estamos hablando de revisiones rutinarias y/o consultas, pero hay otro motivo por el que puedes ir al ginecólogo: porque vas a tener un bebé. En ese caso, dos cosas. Una, ¡enhorabuena! y dos, tengo la canción para ti. Pero todas estas cosas que dicen Almodóvar y McNamara en Voy a ser mamá no se las digas a tu ginecólogo/a ni en broma, que igual llama a los servicios sociales, ¡qué risas!


En fin, chicas, ya habéis visto que cuidar vuestra salud reproductiva puede ser divertido. Pero podéis dedicaros estas canciones en cualquier momento, y también podéis buscar vuestras propias canciones, ¡sed creativas! Quiero pedir perdón a los chicos por si el tema les ha resultado un poco ajeno, aunque creo que ellos también pueden aprender mucho de este post. Estoy abierta a colaboraciones. Chicos, si alguno de vosotros tiene una playlist para ir al urólogo, hablémoslo, me encantará explorar vuestro universo. Mientras tanto, os dejo este bonus track, La canción de la menstruación, porque siempre he sido partidaria del docere delectando. Disfrutadla.

jueves, 14 de febrero de 2013

Quiéreme si te atreves

Todos los años me pasa igual. Intento sustraerme a las circunstancias, ignoro a la cajera de Mercadona que se empeña en que me lleve la cajita de cinco bombones por un euro, procuro no alterarme por la proliferación de corazones en calles y escaparates y no digo nada, porque si dices que San Valentín es una fiesta B y que es el colmo de lo hortera, te expones automáticamente a que te llamen amargada y quién sabe si cosas peores. Así que pasaré por alto el hecho de que el 14 de febrero se puede convertir en una trampa mortal para corazones rotos y solitarios en particular y personas con buen gusto y criterio estético en general e intentaré un enfoque más constructivo. Si no tenéis pareja podéis seguir leyendo por pasar el rato (total, no os espera nadie – humor negro) o volver directamente a la primera entrada de este blog (por favor, la titulé Love sucks, ¿a quién quiero engañar?). Si la tenéis, esto os interesa, porque vais a convertir vuestra celebración de San Valentín en una PRUEBA DE AMOR.


Este sábado, y haciendo gala de nuestro inusitado sentido de la contradicción, I. y yo disfrutábamos de un concierto muy bien mientras, entre canción y canción, hablábamos de cosas muy mal. Si me atreviera, haría una crónica del concierto, pero como estoy un poco verde para eso me limitaré a reproducir la conversación.

- El otro día estaba viendo la tele – dije yo – y pusieron un anuncio del disco de Mujeres y hombres y viceversa. Y lo mejor era cuando decían “enamora a tu pareja con la música de ‘Mujeres y hombres y viceversa’”. Yo no querría enamorar a alguien a quien pudiera enamorar con esa música, la verdad.
- ¿Por qué no? – preguntó I.
- Pues por razones obvias…
- Pero lo podrías convertir en una prueba. Si tienes un novio hipster y lo convences de que te compre el cd de Mujeres y hombres y viceversa y es más, de que lo escuche contigo, ese es el hombre de tu vida. Eso es TRUE LOVE.

Como siempre, I. tenía razón. La música de San Valentín, es decir, la música que se empeñan en que escuchemos por San Valentín, es una prueba de fuego. Y no me refiero a cosas como el concierto de Andrea Bocelli en HD desde Portofino que me han anunciado hoy en el cine, ni a Il Divo y similares, ni a recopilatorios de baladas. Hablo de cosas peores. Hablo de  la versión musical de caminar sobre brasas. Does he love me I wanna know / How can I tell if he loves me so? Intenta esto. Si, efectivamente, tienes un/a novio/a hipster, digamos modernillo/a, digamos cultureta o gafapasta (me gustan los sustantivos epicenos porque me ahorro la barra/a), empieza fuerte. Ponle Noche se sexo de Decai. Si te dice que pensaba que tú no eras así y sale corriendo en su fixie, es que lo vuestro no tenía que ser. Pero si es amor verdadero, esta noche ya tienes plan.


Una cosa muy bonita, un detalle personal y emotivo que tu pareja hipster apreciará mucho porque tiene esas referencias, es hacer un mixtape. No una playlist de Spotify, no un cd. Una ca-se-te de toda la vida con los títulos escritos a mano y (para muy artistas) algún dibujo que anime el tema. Hacer un buen mixtape es cosa difícil. Como decía el protagonista de Alta fidelidad, se trata de utilizar las palabras de otros para expresar lo que tú sientes (al menos eso dice en la película, no voy a mentir, no me he leído el libro). Pues bien, practica la estrategia del desconcierto. Entre Good Fortune, de PJ Harvey, y Hidden Place, de Björk, cuélale un buen melocotonazo de Carlos Baute. Cualquier tema puede servir, pero Quién te quiere como yo está especialmente indicado para probar a la chica hipster, por su machismo subyacente (me vais a perdonar pero estoy estudiando cosas de perspectiva de género) y sus apenas veladas referencias menstruales (“quién entiende tus días de cambios”). Si de verdad te quiere intentará hacerte cambiar. Por tu bien.


Pero puede que tu chico/a no sea hipster, ni gafapasta, ni nada. Entonces, ¿cómo probar su amor? Exacto, tendrás que valerte de tácticas más agresivas. Un hipster tiene un umbral de tolerancia más bajo que el común de los mortales, o eso te quiere hacer creer. Sin embargo, todos tenemos una capacidad de resistencia limitada. Hay un momento en el que la palabra “kitsch” te parece un eufemismo y pasas a “hortera” o "cutre". Normalmente el límite se sitúa en el punto en el que las palabras “hortera” y "cutre" se te quedan cortas. Aquí, por ejemplo. La canción de Berni, el osito enamorado, una creación de una compañía alemana dedicada a los productos para telefonía móvil. En el mundo del politono lo petó. ¿Será tu churri capaz de soportarlo por ti?


No lo creeréis, pero hay un escalón más. Yo lo describiría así, y permitidme la referencia mitológica. Si cuando Orfeo bajó al inframundo a rescatar a Eurídice hubiera tocado esto para enternecer a Hades, en vez de permitirle regresar con su amada el dios de los muertos le habría hecho tragar la lira y le habría echado de una patada en el culo. Sabed, pues, que estáis jugando con fuego. Pero si escucháis esto juntos y sobrevivís como pareja, nada podrá ya separaros. Bueno, alguna cosilla, pero vamos, tranquilos. Preparad la insulina y no os alejéis demasiado del cuarto de baño. El politono más empalagoso de la historia llega para poner a prueba vuestro amor. Snuffi. Peluchito.


No quiero ser responsable de rupturas. Mejor dicho, no me hago responsable de rupturas. Si hay algún problema, esta no es mi letra, no vengáis a buscarme. Pero por si acaso, por si todo sale mal, siempre queda resistir y atrincherarse. Ahora no pongo a prueba vuestro límite bajo, esta va de buena fe. Pero solo porque es San Valentín. Enamorados o no, aguantad como podáis.

lunes, 4 de febrero de 2013

The Addiction

No sé si alguna vez he hablado aquí de las fluctuaciones de mi estado emocional. ¡Es broma! Ya sabéis que este blog es mitad entretenimiento y mitad terapia ocupacional. Pero hete ahí que estas semanas no he tenido tiempo de escribir, lo cual me ha llevado inevitablemente… a caer en LAS DROGAS. Pero empecemos por el principio. Una vez pasado el efecto euforizante de mi escapada invernal, la cruda realidad me envolvió con su manto de inquietud, estrés, insomnio, ansiedad y demás cosas bonitas que tiene la cotidianidad deriva style. Mi cuerpo reaccionó a ello (mal), y pedía a gritos una ayudita por favor. Y yo, ni corta ni perezosa, de voluntad frágil como soy, abrí el cajón y recurrí, una vez más, a los ansiolíticos.

Ansiolítico

Vale, igual os lo he vendido como si fuera adicta al jaco y ahora os he decepcionado. Lo siento, el caballo, de momento, solo lo consumo en formato hamburguesa. El caso es que, en ese momento, enfrentada a la farmacopea, pensando tanto en drogas legales como ilegales, me vino a la cabeza una cascada de imágenes y sonidos provenientes de mi bagaje cultural, sobre todo cinematográfico y musical. De lo que se come se cría, y yo he comido mucha música y mucho cine (estoy segura de que A. me perdonará que me meta en su terreno – es un torpe escarceo, A., vuelvo a lo mío en seguida). Como dato suelto sobre mi carrera cinéfila diré que vi Ran, de Kurosawa, con seis o siete años (si estáis buscando la palabra, es "jactancia"). Luego me salí del cine en una proyección de Blancanieves, de Disney, porque me daba miedo. Lloré en Las Tortugas Ninja y de vez en cuando hago un revisionado de Hiroshima, mon amour, y de Miss Agente Especial. Y Almodóvar. No recuerdo exactamente cuándo empezó mi relación espectatorial con Almodóvar, pero fue en mi etapa puberal y me marcó en muchos sentidos. Si también es vuestro caso, es probable que hayáis tenido en mente a Carmen Maura en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? al ir a la farmacia a comprar algún tipo de psicofármaco:


Y luego, al tomároslo, puede que os hayáis sentido como Blanca Suárez en La piel que habito:


O como Fabio McNamara en La ley del deseo al tomar cualquier tipo de sustancia psicoactiva (NB: para los que aún os sintáis libres de pecado, el alcohol, el tabaco y la cafeína son sustancias psicoactivas):


Esto, aparte de toda una plétora de películas sobre yonkis en plan muy mal, como Trainspotting, que era de las que te hacían ver en el cole o en el instituto para que no cogieras esos caramelos con droga que, como todos sabéis, repartían a la puerta, o Réquiem por un sueño, que te dejaba tan mal cuerpo que no querías ni drogarte, ni comer, ni levantarte de la butaca ni.


En cuanto a la música, podría seguir en la línea de la jactancia diciendo que las canciones que me evoca el tema son clásicos como My Lady Héroïne, de Serge Gainsbourg, A horse with no name, de America, Sex & Drugs & Rock & Roll, de Ian Dury, Cocaine, de Eric Clapton o cualquier otra de tantas. No. A mí me vienen a la cabeza otras cosas. Otros estilos. A mí me viene a la cabeza El Fary. El Fary era taxista, compositor y cantante, y conocía los senderos del alma humana tan bien como el callejero de Madrid, porque era un tipo auténtico y porque en el taxi se adquiere mucha sabiduría, dicho esto sin un ápice de ironía. Por eso era capaz no solo de escribir un temazo sobre los porros, sino de explicar todo el proceso compositivo de dicho tema como pocos sabrían hacerlo. Y todo eso es lo que hemos perdido. Fary, va por ti. La mandanga:


Ahora bien, hay otra composición de temática cannábica que compite con La mandanga en arte, ritmo y popularidad. La grifa, de El Pelos, es otro imprescindible del período tardosetentero español, momento en el que triunfaban formaciones como Los Chunguitos o Los Chichos, coincidiendo con el pico (sin bromas) de popularidad de personajes como El Vaquilla. Pero volvamos a donde estábamos. El Pelos, rumbita buena y estribillo sin fisuras. Por alguna razón estoy particularmente enganchada a la parte de “talego, talego, qué dolor / talego, talego, qué dolor…”:


Ya lo he dicho antes, Almodóvar es un referente cultural para mí. Por lo tanto no es de extrañar que otro de mis temas fetiche esté incluido en su disco ¡Cómo está el servicio… de señoras! (1983), firmado en colaboración con Fabio McNamara, intérprete de este Rock de la farmacia. La imagen mental de McNamara atracando una farmacia para llevarse dinero y anfetas es poderosa, pero no tanto, me temo, como lo que él tomaba:


Pero siendo sincera, todo esto son cosas que he conocido teniendo ya una edad. A mí, lo que verdaderamente me dejó huella, lo que me pilló en pleno crecimiento y afectó a mi desarrollo, quedando grabado en mi inconsciente cual cicatriz musical, fueron los 90. Y más concretamente Chimo Bayo. Nada más noventero que la ruta del bakalao, y nada más representativo de la ruta del bakalao que las drogas de síntesis y divos como él o Paco Pil. Por cierto, Chimo sigue vivo. Lo vi hace poco por la calle y lo que es peor, tuve noticia de una actuación suya en el mismísimo Londres el pasado verano. Sé que seguramente es algo que no sucedió, pero a mí me gusta imaginarme a Boris Johnson diciendo: “exta sí, exta no, exta me gusta me la como yo”:


Y así, en esta línea de abisalidad y tóxicos, tengo traumas más recientes. No, no voy a volver a hablar de Melendi. Mi último (por ahora) referente drogomusical es una advertencia en toda regla: "Apasionada, por la noche iluminada / de alcohol y de substancias que sintetizadas / la ponen mal, le hacen sentir bien pero está tan mal / que no la puedes ya ni rescatar, y se nos va". Empieza mal, ¿eh? ¡Pero luego es fiestón! Bueno, dramón y fiestón, alternativamente. Las drogas son peligrosas, eso lo sabe Juan Magán, el cantante y productor de electro latino candidato al Goya a la mejor canción original #noticiaseria. Lo que no mata, o engorda o tiene efectos secundarios: irritabilidad, convulsiones, desorientación, confusión... ¿hablar con un acento medio dominicano aunque seas de Badalona de toda la vida? Quién sabe. Bienvenidos a la nave del misterio:


Para los que se pregunten si los ansiolíticos resolvieron mis problemas (de acuerdo, sé que no se lo pregunta nadie pero lo voy a contar igual): sí, momentáneamente. Pero no fue bien. Me desperté con un mal cuerpo que para qué os voy a contar. No es bien en general. Tengo una formación sanitaria, maldita sea, debo desaconsejar la automedicación. Di NO a las drogas, como Olga María Ramos. La vida es bella. El mundo es hermoso. Hay mucha gente que te quiere. Ah, entiendo, pensáis que digo eso porque he vuelto a caer. No, no. Pero ante la duda dejaré que hable por mí Enrique Belén, el Amigo de la vida