Estoy muy contenta. He vuelto de mi viaje
sana y salva y todo ha ido mejor de lo que esperaba. En
el avión había bolsas para vomitar, pero no tuve que usarlas, Londres está a un tiro de piedra. A., M., P. y B.
me trataron como a una reina. A. me cuidó mucho y hasta me regaló unos calcetines para evitarme
el trago de una congelación, y gracias a P. pude cumplir mi ilusión de usar el baño de la BBC. Me quedé, eso sí, con las ganas de ver a F. La
comida bien y más que bien − ya sabes, querido diario, que con eso no tengo problemas. La fauna local, encantadora. El
tiempo regular, la nieve es muy bonita para verla pero luego es incómoda, a 2 grados bajo cero a gusto del todo no se está y como la piel la tengo delicada y se me agrieta
como a los pescadores noruegos, pues eso un poco mal. Mi escaso dominio del idioma (otro de mis miedos) ha sido suficiente para hacerme entender. He visto muchas cosas, he
ido a sitios de modernas, he vivido reencuentros a lo Diario de Patricia pero
sin desmayos y lo he pasado muy bien. También estoy un poco triste, querido
diario, porque ya echo de menos a mis amigos, pero intentaré no ponerme como
Fernando Alfaro e ignorar mi faceta de drama
queen.
Por cierto, querido diario, te iba a contar una cosa que me pasó.
Una noche, reprimiendo (un poco) mi natural carácter huraño, acompañé a A. a una reunión en
casa de unos amigos. Dos factores fundamentales me ayudaron a superar mis
resistencias. El ambiente era agradable y había comida: una pizza con maíz y
otra con piña, aberraciones culinarias que respeto pero no comparto, y también lomo, queso,
chorizo y jamón. Y pan. Y algo así como un noventa por ciento de expats españoles, todo muy 2013. Y de pronto se escuchó un MacBook sonar. "¡Callad todos!"
pensé yo. Y una canción se oyó que nos hizo suspirar. Oyendo (one more time) esta música,
allá en tierra extraña… eran nuestros bizarros, bizarros de España:
Le dije a D., nuestro anfitrión y responsable de la playlist, que Elena de Borbón (y Grecia), de Rafael Delgado, me parecía un temazo, y
D., que se declaró, para mi sorpresa, fan de PMB, me pidió que la incluyera en una de mis
entradas. Cómo no, decidí atender a la petición de D., porque yo misma soy fan,
tanto de gente viva como muerta, y porque Elena
de Borbón es una de las más grandes canciones de temática fan de los
últimos tiempos. Pero no la única.
Porque los amores incondicionales, en conjunción
con la creatividad desbordada, dan mucho de sí. Que se lo cuenten a Andrés Cuervo y su pasión por su Dear Thalía, la cantante mexicana que inspira su arte y otras cosas.
Yo creo que la letra es puro romanticismo, a pesar de lo que sugieren con sus comentarios algunos
usuarios malpensados de Youtube (“Alguien puede ser famoso cantando que se va a
hacer una paja con las fotos de Thalia???”). En fin, no sé, querido diario,
juzga tú:
Es verdad, lo de ser fan
de un artista es una cosa muy obvia, porque en la esencia misma de la actividad
artística está implícita la posibilidad de la admiración. Lo admirable, valga
la redundancia, es idolatrar a alguien que no desarrolla ninguna actividad relevante (si
acaso, la hípica), como la susodicha Infanta, o como cualquier miembro de la realeza, en general. Ahí entramos casi en la categoría del acto de fe. Esto, por lo que he visto en mi viaje, querido diario, es algo que compartimos con los británicos:
Pero volviendo a la fe, que no me quiero ir del tema, nada más grande que ser fan del Papa. Benedicto XVI, primum Twitter Papa, como antes su predecesor Juan Pablo II, arrastra masas y es inspiración de pegadizos temas. No me refiero solo al ya mítico jingle “equis, uve, palito” sino a composiciones de mayor complejidad como Benedetto XVI, voi canzone, de Ismael Méndez Bautista, interpretada magistralmente por Ley Alejandro:
Pero volviendo a la fe, que no me quiero ir del tema, nada más grande que ser fan del Papa. Benedicto XVI, primum Twitter Papa, como antes su predecesor Juan Pablo II, arrastra masas y es inspiración de pegadizos temas. No me refiero solo al ya mítico jingle “equis, uve, palito” sino a composiciones de mayor complejidad como Benedetto XVI, voi canzone, de Ismael Méndez Bautista, interpretada magistralmente por Ley Alejandro:
Sin embargo, yo me pregunto: “¿hay algo que
tenga más mérito que ser fan de una figura religiosa?” Pues obviamente, ser fan de un
político. Porque un político nunca te va a echar una bendición como mandan los cánones. Como mucho te echará los cánones propiamente dichos. ¿Que si hay fans de políticos? Los hay. Y una de las que puede presumir de tener
unos fans más creativos es Cristina Fernández de Kirchner. Ella tiene una Misión presidencial y sus admiradores la
respaldan en dicha empresa. Ojalá alguien escribiera para mí líneas como:
“Cristina con pasión / lucha por la nación / poniendo el corazón / lejos de la
traición”. Querido diario, dirás que tengo envidia, y puede que tengas razón.
Pero al final supongo que ser de un partido
político, o de un político, así, a lo loco, a lo belieber, desafiando a la
lipotimia en presencia del ídolo, no es tan diferente de ser de un equipo de
fútbol. O de un presidente de un equipo de fútbol. Ahora algunos reniegan de
él, pero en su momento muchos se decían rendidos seguidores del anterior presidente del Barça, Joan Laporta.
Entre ellos la ínclita María Lapiedra. Ella también es un poco fan de Artur Mas, pero básicamente su hombre es Laporta:
En fin, querido diario, podría seguir, pero ya ves que esto de
tener fans que te hagan canciones es lo más. Sé que no va a pasar pero, en
confianza, si alguien compusiera un tema para PMB sería como un sueño hecho realidad.
Si tuviera fans que me escribieran canciones sería fan de mis fans, hasta sería
más fan de mis fans que mis fans de mí. De momento me conformo con que un par
de personas me lean de vez en cuando y me echen a cambio un trocico de queso, o
de lomo, o de jamón, o de pan. Aunque sea blog star versión baja estofa, con fenómeno fan
aligerado.