Pues sí, conseguimos encontrar el coche sin caer a la acequia, y salimos "sin problemas" del terraplén*. Y esto nos lleva a la segunda entrega de la CRÓNICA DE UN ORINAL.
Día 2: aprendiendo de los errores. Ese parking, caca. Tras un recorrido por el Grao de Burriana en busca de aparcamiento, durante el que llego a estar tentada de dejar el coche abandonado en mitad de una rotonda y salir corriendo, finalmente conseguimos estacionar y nos dirigimos al recinto de conciertos. Gracias a que vamos resabiadas, aprovechamos el tiempo para hacer estas cosas reglamentarias de las autofotos con el escenario de fondo y tal.
Como empezamos con Antònia Font, que sí son mi tacita de té, disfruto nivel esto:
Y como pasamos total de Iván Ferreiro, aunque sé que esto nos puede granjear la enemistad de algún indie de la vieja escuela, decidimos que es buena hora para ir a cenar. Que no nos falte de ná. La furia botellonística ha decrecido en relación con el día anterior, pero nuestro querido paseo marítimo sigue siendo un maldito infierno.
Y sí, siguen sonando cosas de este palo. Porque nenes, es verano y aunque no te guste te lo comes. LA PLAYLIST DE SATÁN:
Aún así, llegamos a zona urbana. Pizza 2: tomate, queso, jamón york. Volvemos al recinto para ver a Francisca Valenzuela, a la que no digo yo que tengáis que conocer pero que oye, que está bien y lleva con mucha dignidad los disco pants, como bien advierte A. Y en Buen soldado ha incluido la frase "tengo un buen rabo". Minipunto para ella.
He de decir decir que la presencia de Keira Knightley en Burriana me parece un hecho sublime que actualiza la expresión "Burriana, París y Londres", pero a la hora de la verdad también pasamos total de Klaxons (cuyo teclista está casado con la actriz). The Drums y a casa. ¿Qué pasa? Aguantad vosotros sin drogas.
Día 3: hemos decidido que venimos en plan hipster patrio, el karma nos premia con una estupenda plaza de aparcamiento y nos vamos a ver a La Bien Querida. El público del domingo parece, a primera vista, más maduro, lo cual indica que los programadores saben dos cosas:
- Los adolescentes están muertos tras tres o cuatro días de botellón nonstop y/o han pillado alguna infección mala en las duchas del camping
- Nadie trabaja el lunes #Talkin'BoutMyGeneration
Los treintañeros (y aledaños) nos tragamos en sesión continua a La Bien Querida y Los Punsetes, que voy a decir que me parecen un poco sobrevalorados porque creo que es lo que diría un crítico musical en condiciones, pero yo coreo a grito pelado Tus amigos porque... ya sabéis.
Tras la pizza #3 (tomate, mozzarella, bacon, huevo y cebolla, en plan grand finale) seguimos para bingo hipster con The Maccabees (iconito del dedo pulgar/me gusta) e Hidrogenesse (porque A. se empeña - y yo me alegro). A. dice que son los Daft Punk españoles (y maricas) y yo me quito el sombrero ante los creadores de Disfraz de tigre:
Queda tiempo para las más cosas reglamentarias que no hemos hecho, como fotos de nuestros pies:
O dejarse morir en lo que algunos llamarían zona chill out y que en realidad es donde la gente va cuando está muy pasada:
Mientras nos dejamos morir en este acabadero, pensamos que un buen fin de fiesta sería Kakkmaddafakka. Kakkmaddafakka molan porque nos llaman sexy bitches nada más empezar el concierto. Eso sube la moral. Después se me sube también el biceps femoral. Y eso ya no. Así que nos toca volver a casa con la mayor indignidad posible. Aunque al menos nosotras sabemos cómo vamos a volver.
Han pasado tres días y aún me duele el cuello. Estoy gastando mis reservas de Myolastan, porque en el fondo me gusta vivir peligrosamente. Y el tirón sigue amenazando con reavivarse. Pero sobreviviré. Creo.
Agradecimientos:
- Pizzería San Marino, Burriana
- Barritas de cereales LIDL
- A.
*Revisar amortiguadores.