Vivimos tiempos duros, la reputación es de lo
poco que nos queda, una vez deducidos los correspondientes ajustes económicos y
sociales, y no es cosa de arruinarla por un quítame allá esos Alt-J. Si quieres
conservar intacta esa reputación, te mantendrás alejado de cualquier cosa que pueda
alojarse, aunque sea remotamente, en la órbita de Los 40 Principales, y
ambientarás tu última velada del año con algo de folk para la cena, en plan
tranquilito-buena digestión, para después pasar a algo más movido pero bien
tolerado por tu entorno (hipster approved hits). Pero amigo, todos sabemos que
te estás aguantando las ganas de ponerte una de la Carrà.
Que no cunda el pánico, para eso se creó la
expresión guilty pleasure, para que tú y yo podamos decir, cuando suena un
temazo mainstream, que lo bailamos, lo gozamos y lo cantamos (sí, estoy
parafraseando el Aserejé) pero que, como tenemos mucho mejor gusto que todo eso, tal
goce nos produce una sensación de culpa. Así que solo tienes que relajarte,
dejarte llevar y preparar esa playlist que estás deseando preparar para
Nochevieja. Aunque primero debes tener en cuenta unas cuantas consideraciones:
1) Si no te sientes muy seguro,
empieza con algo tan mítico que puedas hacerlo pasar, llegado el caso, por una
broma. Cuanto más, mejor, y si el tema data de los años de tu
adolescencia, puntos extra. Si tus invitados te miran mal, lo podrás arreglar con esta
frase: “es que mi ironía no conoce límites”. Una apuesta segura es el Wannabe de las Spice Girls.
2) De acuerdo, has pasado ese
momento, has intercalado tus cositas de Yelle y FM Belfast para calmar los
ánimos, y vuelves a la carga. Si tus amigos han superado a las Spice, podrán
con algo de Britney. Avanza con cuidado. Un tema que haya conocido sus versiones
indie, como Toxic, será suficiente
por ahora.
3) Limpia con algo de Ting Tings, deja
caer una de Tame Impala para que se sepa quién eres tú, y luego inténtalo con
algo más fuerte, pero potencialmente aceptable por una moderna, como Katy
Perry. Algunas de ellas pueden anhelar en secreto esa pretendida frescura teen
de instituto californiano, así que algo de Hot
‘N’ Cold no les hará daño.
4) Después de un tiempo, notarás
que cada vez tus elecciones van siendo más aceptadas, y que el volumen de
éxitos culturetas a intercalar disminuye. Lo verás en sus caras. Es el momento
de decidirte por un genuino temazo adolescente. Call me maybe de Carly Rae Jepsen es LA elección. Si algo falla,
recuérdales que es canadiense como Neil Young. No como Justin Bieber, como Neil
Young.
5) Si han podido con eso (y créeme,
no solo han podido sino que han disfrutado), puedes cruzar la frontera y seguir
en la misma línea, con Taylor Swift y We are never
ever getting back together. Sin solución de continuidad. No dejes que
pierdan ese espíritu adolescente.
6) Como alternativa, y solo,
repito, solo si ves que el nivel de entusiasmo es suficiente, prueba con una
bomba. Party in the USA te elevará a
los altares o te hundirá en la miseria. Pero tendrás un colchón: el hecho de
que Miley Cyrus encarnara a Hannah Montana te permitirá volver a recurrir a la
excusa de la ironía.
7) No lo habíamos tenido en cuenta,
pero otra cosa que juega a tu favor es el nivel de alcohol en sangre de tus
invitados, que previsiblemente habrá subido a lo largo de todo este tiempo. A
estas alturas, si mis cálculos no fallan, deberían estar en condiciones de
disfrutar sin remordimientos con algo como Sexy
and I know it, de LMFAO.
8) De acuerdo, acabas de
desbloquear otro nivel. Es ahora o nunca. No pierdas el tiempo con chorradas
del estilo de David Guetta, eso sí que es un quiero y no puedo patético. O
susto o muerte. O Pitbull o nada. Si lo has hecho bien, ya deberías tenerlos a
todos diciendo “one, two, three, four, uno, doh, treh, cuatro”. I know you want me.
9) SOLO AHORA tienes a tu auditorio
preparado para el TEMAZO MÁS GRANDE DE TODOS LOS TIEMPOS. De acuerdo, quizá no
sea el más grande en términos absolutos, pero en términos relativos de
calidad-goce, su rendimiento es inigualable. Ponlo YA: Yo quiero bailar, de Sonia y Selena.
Después de todo esto, deberías haber conseguido que tus amigos, siguiendo tu ejemplo, hayan olvidado sus prejuicios de hipsters y disfrutado de lo más granado de la radiofórmula, como cualquier hijo de vecino. Tal vez al principio hayan intentado manipular tu playlist para pasar las canciones y encontrar el puñetero Magician Remix de I follow rivers, de Lykke Li, pero seguro que se han acabado rindiendo a tu selección. No temas, en el fondo les has hecho un favor. Eso se llama catarsis, y es bueno, bonito y barato.
Si has echado en falta un décimo paso,
tranquilo, es una omisión deliberada. El último es solo para ti, por la
satisfacción del trabajo bien hecho. Cuando se vayan todos, al cerrar la
puerta, disfruta de tu último guilty pleasure y baila como Van Damme con Una vaina loca.