jueves, 21 de marzo de 2013

No disparen al DJ

Vamos a ponernos en situación. Hace unos días, mientras disfrutaba del placer de viajar en la línea 6 de Cercanías de Valencia (on the 6, parafraseando a JLo), descubrí este desesperado tweet de una amiga de I. (abundando en iniciales, también I.): “Pincho 30 min en una fiesta y estoy en modo 'pink moon'. ¿Sugerencias?” De acuerdo, no suena desesperado, pero hay que tener un poquito de sentido del drama. En un tweet posterior me preguntaba directamente: “¿Qué pincho?” – ¡a mí, sin ser yo nada de eso! Como había estado todo el día en mis cosas no había reparado en que todo esto, la fiesta, la desesperación, el intercambio tuitero, había ocurrido la noche anterior. Así que me vine arriba y me ofrecí a compensar mi negligencia con un post completo de PMB (esto es muy valenciano, que lo sepáis). I., la DJ en apuros, me ofreció su colaboración, y yo, que soy muy del duet, pensé: “hey, I just met you, and this is crazy, pero hagámoslo”. Así que, desde nuestros respectivos bajones y nuestras distantes ubicaciones, decidimos que era nuestra obligación ofrecer este servicio público para cualquier DJ ocasional con un compromiso en un momento de bache emocional.

DJs en apuros

Vale, DJ ocasional, te han pedido que pinches en la fiesta de un amigo/a. Tienes un mal día (o una mala época) y a ver quién le dice a tu amigo/a, que te mira con ojos de perrito Tristón (el juguete más bajonero jamás fabricado, yo tuve uno y así me quedé), que no estás ahora para eso. No tienes escapatoria: tus amigos confían en ti porque respetan tu mandanga, pero la cruda realidad es que te quedarías bajo el edredón escuchando temas festivos nivel la discografía completa de Leonard Cohen. Por lo que sea, DJ anónimo; eres un sujeto hipotético y no podemos saber qué es lo que te inquieta, te atormenta o te perturba. No sucumbas a la tentación. No más Myolastan, no más cortavenismo, no más. Hay otra vía para la catarsis, y es la de bombardear a tu entorno con canciones bajoneras en el fondo pero gozables en la forma. Tú que quedas tan a gusto, te descargas, te desestresas, matas la ansiedad un rato, y los demás lo bailan. Yo lo llamo la Tercera Vía, y de eso es de lo que I. y yo nos hemos pasado más de una semana hablando. Pero veamos primero cómo dos personas que solo se conocen por referencias llegan a elaborar una playlist conjunta desde Valencia y Bruselas (pasando por Castellón y Estocolmo), respectivamente.

Paso 1: avasallar a tu interlocutor con todas las canciones que se te ocurran. Esto no nos ha resultado difícil, al parecer las dos tenemos la misma tara. Interesante.
Paso 2: abrirte paso entre la maraña de temas y seleccionar unos cuantos imprescindibles. “¿Cinco tú y cinco yo?” “Cinco tú y cinco yo”.
Paso 3: escribir. Explicar por qué una canción te dice lo que te dice es difícil, explicarlo a cuatro manos, casi imposible. Así que dejo que I. me cuente. Y me cuenta. Y le cuento:

Una propuesta para comenzar: "Hablemos de lugares en los que nunca pasa nada.":


Underwear de FM Belfast. "Ni siquiera tengo la ropa interior limpia porque lo de tener una lavadora por casa es una costumbre que dice mucho del carácter español: limpieza y derroche. Los belgas parecen no entenderlo pero, en cambio, les gustan las fiestas igual que a los españoles. Y quizás mi música. Y Facebook se empeña en presentarme a la nueva novia de mi ex - ESE concepto - , y veo en su Twitter la foto de un plato de albóndigas que han cocinado juntos. Social media stalker. Podríamos pinchar Dancing on my own, que es lo que ponen en la serie Girls para digerir ‘ESE concepto’, pero no. El Underwear de FM Belfast me pone más en modo Underwear de Pulp, how the hell did you get here, y quiero que suene With every heartbeat de Robyn”.


“Puede que haya un par de personas en la sala que estén necesitando digerir albóndigas tanto como yo. Mucha arritmia potencial, entre tanto heartbeat.” Metidas en harina y ya que tenemos a la gente a tope con el Eurodance, podríamos aprovechar para colar uno de esos temas que son susceptibles de hacerte llorar, como cualquier cosa featuring Antony Hegarty, pero que con el volumen adecuado producen el efecto contrario. Yo digo Blind, de Hercules and Love Affair. Ahí hay mucho simbolismo y mucho autoexamen, y oscuridad y sentimiento de deriva y todas esas cosas que en realidad son un poco de adolescente tardío (la adolescencia tardía es lo que hay, dadas las circunstancias), pero I., tú y yo sabemos que lo van a dar todo. Menos las albóndigas, espero.


Pero, como estamos ante un DJ bajonero, lo que el cuerpo le pide es “pinchar algo que lleve al público a rememorar aquellos felices años 20, y sus propias bajonas”, y para eso hay que echar mano de los clásicos sin recurrir al Love will tear us apart (again). Nuestros héroes sobrevivieron. Bueno, casi. New Order, vivos. Curtis... Veamos qué ocurre en la pista de baile cuando suene el Bizarre Love Triangle. New Order lo petan (al menos lo petaban en sus buenos tiempos), y no hay más que hablar. O eso, o es que me acaba de dejar picueta enterarme de que estamos escribiendo todo esto en el Día Internacional de la Felicidad (en serio) y de repente la vida se muestra ante mí en toda su contradictoria grandeza.


I. lleva un mes muy sueco, por lo que puedo colegir de su Twitter y su Facebook, y por sus sugerencias para la playlist. Ella me lo confirma: “Armarios PAX. Ginger cookies. Y Lykke Li.” Y Robyn, y albóndigas de caballo, y edredones, todo lo que un país escandinavo puede ofrecer a una chica mediterránea para sus momentos de recreo. Me declaro culpable también. De dejarme los cuartos en Ikea (a lo largo de los años he comprado pinzas para bolsas por encima de mis posibilidades) y de tener sentimientos contradictorios cuando escucho I follow rivers. Digo más, cuando escucho el Magician Remix de I follow rivers. A mí me pone melancólica y a I. se le atragantó un gofre cuando la pusieron en el chiringuito aquel, pero a nuestro alrededor la gente la baila tan a gusto. Así que entra en lista.


Pero hay que rendirse ante la agridulce evidencia, tal y como me dice mi coautora: “En toda fiesta expat que se precie hay un núcleo de españoles.” Cierto. “Hay un momento de orgullo patrio y de pinchar algo por todos esos amigos y amores que has ido perdiendo en el camino hacia ninguna parte.” Ocurre. “Deberíamos poner un tema que los extranjeros bailen ridículamente, y que los nuestros puedan disfrutar echando suspiros al viento.” Adjudicado a Del montón de Sr. Chinarro. Por eso y porque los amores no correspondidos son los más jodidos - este bonito pareado es mío, gracias. Por todas las veces que te has quedado con todo el montón, por lo que “pudo ser pero nunca fue nada”, porque estás lejos, porque siempre estás lejos con respecto a alguien. Cántate esta.


¿Se estarán diviertiendo? Toca experimento. Compás 4 x 4. Si se lo están pasando bien, si han conectado contigo, DJ embajonado, serán capaces, cuando llegue el momento, de rendirse a True romance de Citizens!, mientras tú te sigues haciendo preguntas existenciales (ojito, que van desde el "what are we doing here" al "what was I thinking when I let you go", pasando por "will we ever know ourselves"). ESAS son las preguntas que deberías hacerte, no por qué tu mejor amigo ya no te habla, por qué te despiertas con los dientes tan apretados o por qué la procrastinación domina tus días (hola).


Desde que empezamos a tramar la lista, I. y yo apostamos al mismo caballo ganador (¿por qué estoy tan equina?). Si hablas de canciones catárticas, Javiera Mena es una tecla que vas a acabar tocando. Con la Mena me pasa una cosa, y es que no me entero muy bien de lo que quieren decir sus letras hasta que no lo leo, explicado por ella, en alguna entrevista. La chica, que es así de críptica. O que no se explica bien, yo qué sé. Más a mi favor. Desahogo y disimulo. El punto amargo que no se nota. Ella te está hablando de una ruptura, como en Luz de piedra de luna, pero tú lo bailas, y lo gozas, y lo cantas (sí, esto es una referencia a las Ketchup) cual Joven y alocada. Y así. Aprovéchate y métele a tu audiencia un gol de chilena (y quítame dos puntos del carnet de blogger por este chiste malo).


Si estás fuera de tu país, sea el que sea (y sé que I. me dará la razón) acabas teniendo momentos Lost in Translation, y con Lost in Translation me refiero a sentirte un poco solo y un poco fuera de lugar, en general. Me reencuentro con Too young, de Phoenix, mientras ceno dos yogures caducados (fiel al espíritu de Arias Cañete) y de repente me siento como Bill Murray y Scarlett Johansson en mi propia ciudad. Mejor no pienso en los años que tenía cuando se publicó United. Es decir, en los que han pasado. Pero creo que no estaría de más incluir en la lista una de las canciones malrolleras más buenrolleras de la historia. O al revés (capítulos que se cierran vs. toda la fiesta, tómatelo como quieras).


Me parece fundamental acabar la playlist con una peineta simbólica, como remate final y en consonancia con los tiempos que vivimos. Míralos, qué bonicos, han bailado como perras hediondas y con un poco de suerte no se han dado cuenta de que estás un poco así. De modo que puedes entregarte a la pataleta final con We are beautiful, we are doomed, de Los Campesinos! Cosas de ausencias, terceros y cuartos indeseados y mal tolerados, esperas, viajes y angustia vital en general. Lo normal. Garantizado, cantar a grito pelado “there is future in the fucking / but there is no fucking future” o, alternativamente, “you said he got his teeth fixed / I’m gonna break them”  te va a venir muy bien para lo tuyo.


Terminamos de escribir e I. me pregunta por qué ofrezco este servicio público. Yo qué sé, en algún momento un DJ habrá salvado mi vida, a lo Indeep, y mi código de honor samurái me impulsa a devolver la ayuda. Así que, DJ en apuros, si estás ahí, manifiéstate. Dinos que ha ido bien. Dinos que han bailado. Dinos al menos que no te han hecho quedarte a limpiar. Esperemos, en todo caso, que la catarsis solo haya sido emocional y que las albóndigas de Ikea no hayan hecho estragos en los presentes. Y en caso de urgencia, estamos de guardia.

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