Ya hablé hace un tiempo de mis tácticas disuasorias para engañar a la mente y dirigir los pensamientos hacia el vacío más absoluto, ese agujero negro donde se diluyen las penas y la incredulidad ante lo visto lo ocupa todo. Pero aquel sábado que ya era domingo descubrí algo nuevo: el estado de aturdimiento conseguido por piezas como Marikona se logra aún más rápidamente con determinados estilos (y confieso también que esa revelación fue inspirada por la MTV, como no podía ser de otra manera). La respuesta, amigos, tiene tres letras: RAP.
A ver, aclaremos esto. No vale cualquier cosa. Hay que seleccionar y, como siempre, lo mejor es lo que está en lo más hondo del cajón. Pero empecemos con un poco de historia: el rap, uno de los pilares de la cultura hip hop, nació a principios de los 70 del siglo XX en el South Bronx neoyorquino, y consiste, a (muy) grandes rasgos, en recitar una serie de rimas sobre una base rítmica. Hasta ahí bien. Pero todo en este mundo es susceptible de ser pervertido.
Parece mentira pero es verdad, desde las calles del Bronx el rap hizo un largo recorrido, se extendió por el mundo y llegó hasta las pistas de pádel de La Moraleja. Y ahí estaba, para recibirlo, Álex Lecquio, hijo de un famoso aristócrata y una presentadora/bióloga. Quién iba a decirnos que Álex, a quien hacíamos un vulgar pijo, era un real gangsta, con su gorra, sus baggy pants dejando ver bóxers y six pack, y todos sus complementos. Lecquio, bro, “the kid of the two bite microphone”. En Game on (2011), en la que colabora con Wase -N- Jay Sánchez, habla de Antena 3 y Telecinco y de su dura vida de niño sobreexpuesto.
Para los más escépticos, debo decir que Álex se lo tomó en serio y ha continuado con su carrera musical allende los mares. En Corrupción en la mente humana (2012) da rienda suelta a su sensibilidad y nos muestra su otra cara, la de filósofo, para brindarnos su visión de la vida desde "un microcosmo [sic] llamado Duke". Con esta os va a emocionar, si no es que no sé nada de música.
Pero ojo, esto va más allá, the kid of the two bite microphone no es el único referente high class de los raperos ibéricos. Hay un hombre en España que lo hace todo, como decían los Astrud. Hay un hombre que lo mismo te vende un cartón de gazpacho que te presenta un programa en La 2 (en esto se parece a Eduard Punset más de lo que muchos querrían admitir), un hombre que es el terror de las madres de las nenas, que es capaz de seducir a cualquiera, y digo cualquiera, con su voz aterciopelada, y cuya entrada en Wikipedia es, literalmente, para mear y no echar gota (parentesco con Cristóbal Colón incluído). Ahora que lo pienso, es natural que un hombre así haya sido el "muso" de esta oda de Swaggerao. Porque Bertín Osborne (2011) lo peta.
Pero no todo va a ser polo y pantalón de pinzas. Aún hay quien mantiene las esencias, rappers que siguen fieles a los orígenes y que hablan de la dureza de la calle, de delincuencia, de pobreza y discriminación. La autenticidad tiene su recompensa y por eso El Tito MC es leyenda. Porque es capaz de grabar un videoclip entre la puerta de Isla Mágica y un túnel de lavado y porque sabe escribir rimas como esta: “soy astuto, yo disfruto, llámame puto, yo insulto, yo mato, tú pones y yo quito, mira, estoy tan bueno que podría ser un prostituto”, que despliega en La raza (2008). Tiene éxitos más recientes, pero este es el que lo elevó a los altares del emceeing. Así es el Tito. El que te focka, el que te parte la boca.
Lo sé, os he dejado en shock. Os había advertido que en este recorrido os iba a llevar por el fondo del cajón. Y es que el rap tiene una característica que lo diferencia de otros géneros. Hay cosas que admiten cierto camuflaje en forma de ornamentación instrumental, de producción barroca o como queráis llamarlo. El rap no. Y por eso, como saben los que saben, cuando es mal, es muy mal.. Como consecuencia de esa característica, meterse a rapero por las bravas es peligroso, aunque la intención sea buena. Esto es lo que les pasó a Jordi Forever Young Hurtado y su equipo de Saber y Ganar en 2010. Tres preguntas rapeadas, ojo, inspiradas por las camisetas del concursante. Una, sobre la fiesta de Moros y Cristianos "que se celebra en Alcoy, que se celebra en Alcoy", otra sobre el Dalai Lama, maestro espiritual cuyo liderazgo "es del todo genial" y una tercera sobre el ciclo reproductivo de la gallina. No… no puedo, no sé, no sé comentar esto. Solo diré que eleva el concepto "vergüenza ajena" a niveles difícilmente concebibles.
Bueno, ya os imagináis cómo acaba mi historia. Evidentemente no perdí el tren. Estos vídeos y el café produjeron en mí el efecto estupefaciente (otra vez, no tiene nada que ver con las drogas) deseado y llegué a la estación totalmente despierta y repuesta de mi pequeño bache. Pero no lo voy a repetir, en el tren sufrí un efecto rebote, me dormí y tuve sueños raros. Me pasa por hacer experimentos.
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