viernes, 21 de septiembre de 2012

El triunfo de la voluntad (2)

Recordaréis que hace no mucho hablábamos del fenómeno del cantante "por mis huevos” a propósito de Florence Foster Jenkins. Cuando uno adquiere cierto estatus social y económico puede hacer muchas cosas, y cuando a uno se le mete entre ceja y ceja ser cantante, se hace cantante. ¿Que las condiciones no son las idóneas? Da igual, póngame el estudio de grabación más caro que yo canto. Por mis huevos. He llevado a cabo una concienzuda investigación y lo cierto es que no sabemos exactamente quién ni cuándo pudo iniciar la tendencia, aunque si hacemos caso a los Anales (sin bromas) de Tácito, el emperador romano Nerón podría haber sido uno de los pioneros en esta categoría. Por desgracia YouTube no nos ofrece documentos audiovisuales al respecto. No, de verdad que no.

nerón lo peta

Lo que está claro es que, a lo largo de los años, muchos personajes han utilizado todos los recursos a su alcance con tal de conseguir meter cabeza en la industria musical, luchando con la madre naturaleza a golpe de talonario para dejar sus perlas musicales a las generaciones venideras. En la naturaleza humana está aspirar a la trascendencia, y hay dos factores fundamentales que hacen el sueño más asequible: la evolución de los medios técnicos, por una parte, y la facilidad para acceder a ellos, por otra.

Si hablamos de facilidad de acceso a casi cualquier cosa, no podemos dejar de referirnos a la inefable Paris Hilton, la rica heredera cuyo gran hito hasta el momento es su aparición en un vídeo amateur de contenido sexual filtrado a Internet en 2003. De acuerdo, he sido injusta, no es su único hito. También ha dado al mundo momentos irrepetibles en su reality Paris Hilton’s My New BFF, producido por MTV. Y sí, también nos ha ofrecido muestras de su amor por la música. Por desgracia, solo podemos disfrutar de un álbum completo de la artista, Paris (2006). No seáis malpensados, Paris tomó clases de canto y, sobre todo, no puso pegas a la edición de audio (gracias a AVID por ProTools). Y fruto de todo ese trabajo, el suyo y el del técnico de sonido, nos llegaron grandes hits como este Stars are blind. El videoclip, que explota otro de los talentos de Paris (crear la duda sobre si lleva o no ropa interior), está inspirado en la película Blow-up, de Antonioni (y el pobre Michelangelo vivió lo suficiente como para enterarse). Esto, ¿era necesario? Que cada uno conteste en conciencia.


Viendo este vídeo habréis pensado en la entrada anterior, todo eso de que el sexo vende... Pues vamos confirmando teorías, porque Kim Kardashian, también de familia acaudalada, también protagonista de un vídeo porno y conocida básicamente por su culo otro reality show, Keeping up with the Kardashians, es decir, con una trayectoria muy similar a la de Paris, consiguió en 2010 lanzar un sencillo, Jam (Turn it up), del cual lo mejor que se puede decir es que parte de los beneficios de su venta fueron donados al St. Jude Children's Research Hospital. La filantropía mola. En cuanto a la canción, no tengo datos fehacientes, pero albergo la sospecha de que despidió al técnico de sonido antes de terminar la edición.


En la misma línea anda Lindsay Lohan. Lindsay, que empezó como estrella infantil en películas Disney como Tú a Londres y yo a California, en las que los productos químicos (de todo tipo) aún no habían hecho mella en su cuerpo, creció y se convirtió en una mujer llena de inquietudes artísticas, ganas de fiesta y bótox. Los tres la desbordaron. La sobreexposición mediática también. De eso hablaba Rumors, una de las canciones de Speak (2004), su primer álbum, en la que la estrella (aún) adolescente pedía a los medios que la dejaran vivir, todo con un buen aderezo de vocoder, como mandan los cánones. El vídeo, en plan “malota sepsi”, no hace sino acrecentar la leyenda de la artista. Lohan publicó un segundo disco, A little more personal (Raw) en 2005, antes de perder un rumbo que todavía no ha vuelto a encontrar.


Otro que ha peleado su carrera musical de manera incansable es el Bertín Osborne estadounidense, David Hasselhoff. Natural de Baltimore, Maryland, David estaba predestinado por su planta, sus ojazos azules, su pelazo y su actitud desenvuelta a triunfar en el mundo del espectáculo. ¿En qué rama? En to-das. David actúa, David canta, David baila. No es que sea un prodigio en ninguna de sus facetas, pero le pone más ganas que nadie. En 1990, muchos años antes de regrabar por enésima vez su versión de Hooked on a feeling, el eterno vigilante de la playa editó su cuarto álbum, Crazy for you, en el que se encontraba un single homónimo que, por más que lo escucho, me sigue sonando a plagio de YMCA. En el videoclip se hacía acompañar de un perrete que enternecía al espectador, anulando así su capacidad crítica. Él sí que sabe. Como Lohan, Hasselhoff también tuvo su época desnortada, aunque teóricamente volvió a encauzar su carrera. En qué dirección, es otra historia.


La conclusión de todo esto es que, efectivamente, querer es poder. Y que poder (poner mucho dinero encima de la mesa) es poder más. Y que la ingeniería de sonido es una de las grandes contribuciones a la salud pública. Gracias, ProTools, gracias, técnicos de audio y gracias, cantantes “por mis huevos” por proporcionarme material. Puede que la música no os lo agradezca, pero yo sí.

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