jueves, 24 de abril de 2014

Dulces prendas por mí mal halladas

No tengo mucho tiempo para escribir esto. No es que esté muriendo, no quiero sonar dramática. Aunque no es mucho mejor. Estoy de mudanza. Os diré una cosa sobre las mudanzas: todo eso que dice la gente sobre el impacto emocional que supone enfrentarte a la casa vacía y ver tu vida metida en cajas… todo eso son chorradas. Las mudanzas son una mierda porque tu vida, amigo, amiga, no se va a meter sola en esas cajas. Lejos de eso, el sujeto mudante tiene que agachar el lomo (“lomo”, para puristas del lenguaje, es el área anatómica que en los animales de cuatro patas se corresponde con la región dorsal, y en humanos, en lenguaje más o menos coloquial, con las regiones dorsal y lumbar), hacer una cuidadosa selección de toda su mierda, llenar bolsas y bolsas de basura y finalmente guardar y clasificar lo aprovechable – ahora sí – en esas cajas que posteriormente deberá cargar, con los consiguientes dolores musculares y articulares, incluyendo eventuales problemas de cervicales con mareos, problemas para dormir y otras delicias.



Pero en todo esto hay una parte divertida, si uno la sabe apreciar (esto es, si el dolor de espalda no es excesivo). Los cajones, cuando no se han limpiado en años (igual estoy contando más de lo que debería) son una fuente inagotable de sorpresas y un útil recurso para el autoexamen. No sé se recordáis aquel programa de la MTV (del cual Neox hizo una adaptación todavía más outrageous que el original) en el que un chico o una chica inspeccionaban las habitaciones de tres potenciales citas. Pues este es el momento en el que el sujeto mudante descubre que nunca tendría una cita consigo mismo - si ello fuera posible en nuestro universo.

Cuando buceas en la acumulación secular de trastos de armarios y cajones, es muy posible que encuentres cosas que te gustaría no reconocer que son tuyas, pero la cruda realidad es que forman parte de tu historia y admitirlo es sano, sujeto mudante. Una de las primeras cosas que encontré en un cajón fue esta postal del Padre Jony.

Padre Jony

El Padre Jony (Joan Enric Reverté), también conocido como el "cura rockero", nació en Amposta y ha desarrollado su carrera músico-sacerdotal entre las provincias de Tarragona y Castellón. Tras militar en varias formaciones como los Seminari Boys o Properly, el reverendo reúne una nueva banda con la que comienza su carrera en solitario, que por el momento nos ha dejado dos discos: Provocando la paz y El buscador. En ellos, el Padre Jony adapta al rock temazos de misa como Qué alegría cuando me dijeron o Pescador de hombres. Pero sobre todo, el Padre Jony fue el primero en celebrar una misa rockera en una catedral. A tope:


Otra de las cosas que escondía mi casa (porque las voy a enumerar así, totalmente randomly) era este ex-bote de Paladín a la taza con pegatinas de Operación Triunfo

OT

Para los más jóvenes, Operación Triunfo fue el gran talent show en la España de los primeros años del siglo XXI, aquella en la que las urbanizaciones de adosados con piscina comunitaria surgían cual setas en otoño y los bancos repartían créditos y vajillas como en una Navidad perpetua. En fin. En qué circunstancias esas pegatinas y ese bote llegaron a mi vida, es un recuerdo que mi cerebro ha bloqueado. Pero sí recuerdo que en su momento fui fiel seguidora del programa, que fue una locura colectiva tanto o más inexplicable que la desaparición del MH370 y que es estupendo método para ejercitar la memoria. Todos sabemos que David Bisbal salió de OT, pero ¿recordáis a Enrique Anaut?


Más difícil, ¿recordáis a Idaira?


Y sobre todo, ¿recordáis a Vicente Seguí? Si habéis contestado afirmativamente a cualquiera de estas preguntas enhorabuena, el estado de vuestra memoria es mejor que el de la media española. Aunque puede que deseéis que no fuera así.


Pero sigamos con el inventario. En uno de mis cajones, como por arte de magia (no, tenéis razón, no es magia sino dejadez), apareció esta tarjetita de una fiesta de Eurovisión con una pegatina de la canción de Islandia en el festival de 2010. 

Islandia

En este caso recuerdo que en la fiesta en cuestión te daban tu pegatinita a la entrada y, si encontrabas a una persona con una igual que la tuya, el bar te invitaba a una consumición. El truco es que era una fiesta de Eurovisión en España y no había nadie con tu misma pegatina porque nadie va a fiestas de Eurovisión en España salvo yo. Para los que no conozcáis Je nesais quoi: es un temazo, os lo digo ya, y siempre he pensado que la erupción del volcán Eyjafjallajökull perjudicó las opciones de Hera Björk en esta Europa vengativa. 


Siempre he sido fan del festival de Eurovisión, como he contado en este mismo blog, y eso me lleva a mi siguiente hallazgo: un CD de Nonstop

Nonstop

Comprado en un viaje a Lisboa, ante la incredulidad de la cajera de una tienda cercana al Parque de las Naciones, esta es una de las adquisiciones musicales más carentes de sentido que he hecho en mi vida. No me gustan, no estaban de moda ni siquiera en Portugal y no lo he llegado a escuchar nunca. ¿Por qué, entonces? ¿Porque soy una fetichista de lo trash? Puede. No, no puede; LO SOY, y mis mejores amigos lo saben. Nonstop, una banda de chicas formada por las ganadoras del Popstars portugués en 2001, participó en Eurovisión 2006 con Coisas de nada, que ya hemos reseñado en alguna ocasión y con la que no se comieron un torrao. La buena noticia es que, incluso así, tuvieron mucho más éxito que sus homólogas españolas, Bellepop, a las que creo que ha llegado el momento de recuperar. Ya estáis tardando en convertir Chicas al poder en vuestro himno:


Pero no se vayan, aún hay más. La joya de mi colección, de la que probablemente sea una de las nueve o diez únicas poseedoras, es este CD de Vicente Ramírez, que no sé muy bien cómo llegó a mis manos: 

Vicente Ramírez

Vicente Ramírez, para los que no vivís en la comarca de L'Horta, es, y cito su web oficial (creo que esto merece un análisis de UX, A.), "es el interprete valenciano que más canciones ha dedicado a su tierra y en especial a las fiestas y tradiciones de los valencianos".  Desde su cuartel general, ubicado en la Sala Canal, en Pinedo, Vicente lleva años (más de los que tiene la foto que luce en su web, que bien pueden ser treinta) cantando a las flores, la luz y el amor, y encandilando a parejas con su voz melodiosa y aterciopelada. Modernas, si de verdad os gusta lo vintage, reivindicad esto, con un par de huevos:


Seguiría repasando el muestrario de productos potencialmente vendibles en el rastro, pero las fuerzas me abandonan y aún tengo que desmontar algún mueble. Amigos que estáis de mudanza, o bien haciendo una limpieza a fondo de vuestro hogar: no temáis. Si encontráis algún resto de vuestra vida pasada no sintáis vergüenza, abrazad el pasado, aceptadlo, y después tiradlo al contenedor adecuado. Cuidad del planeta. Y luego pedid cita con el osteópata.