Geri Halliwell y su temazo Half of me me llevaron inevitablemente a emprender una exhaustiva investigación a partir de la cual PMB recupera su sección de monografías y con la que pretendo rendir homenaje a una de las bandas más grandes de la historia del pop universal: las Spice Girls. Al lío. Echando cuentas, TODOS los que tenéis más de 25 años habéis vivido de manera consciente el fenómeno Spice Girls en todo su esplendor. Los que tenéis entre 25 y 20, si es que este blog tiene algún lector en esa franja de edad, habréis oído hablar de ellas. Si tenéis menos de 20, no os ajunto. En cualquier caso, recordemos brevemente la trayectoria de las Fab Five.
Corría el año 1994 cuando Chris y Bob Herbert, a la sazón padre e hijo, managers de profesión y listos cual ardillas, decidieron dar una respuesta femenina a la moda de las boy bands que la petaban en aquel momento, léase Boyzone, East 17 o Take That antes de que Robbie Williams los mandara a la mierda y mucho antes de que Gary Barlow empezara a evadir impuestos (Dios mío, este post está adquiriendo tintes de regresión). Para conseguir su propósito de dominar el mundo (del pop) el primer paso era conseguir a sus futuras estrellas. Tras un multitudinario casting al que se presentaron cientos de candidatas, y después de algunos avatares en los que no me extenderé (para ello tenéis la cuasitesis doctoral que algún friki - más friki que yo - ha escrito en Wikipedia), la alineación definitiva quedó compuesta por las archiconocidas Victoria Adams, Melanie Brown, Melanie Chisholm, Geri Halliwell y Emma Bunton. La flor y nata del Imperio Británico.
Lo que más molaba de las Spice Girls es que cada una tenía una personalidad diferente a la de las otras y un apodo, como los superhéroes y la gente de los pueblos. A saber: Victoria era Posh Spice (la pija, que teóricamente era elegante, no sé muy bien para qué estándares); Geri era Ginger Spice (la pelirroja, porque era pelirroja, aquí no había muchas ganas de complicarse la vida); Mel C era Sporty Spice e iba siempre con chándal, algo que Karl Lagerfeld tildaría de derrota ante la vida pero que en los 90 era totalmente aceptable, incluso admirable (cuidado con los 90); Emma era Baby Spice, la más infantil e inocente así de aquellas maneras, y Mel B era Scary Spice, por lo que fuera (porque lo scary era el conjunto).
En julio de 1996 comenzó una brutal campaña de promoción que básicamente consistía en colarlas en cualquier medio en cualquier momento y con cualquier excusa. Yo juro que escuché un programa monográfico sobre ellas en Radio 3, y no sé muy bien en qué circunstancias, pero guardo el recuerdo de haber visto esta actuación el mismo verano que descubrí las Pringles en una estancia en Irlanda (hola, yo viví la época pre-globalización), y haber flipado con ello. Con las dos cosas:
El histórico hit Wannabe tenía también, cómo no, su videoclip, un plano-secuencia de 4 minutos (para los neogafapastas que habéis descubierto el plano-secuencia con la escena de los moteros en True Detective, siento decíroslo pero ellas lo hicieron antes), rodado en el St. Pancras Hotel de Londres, que no te podías sacar de la cabeza ni haciéndote lobotomizar:
Tras extender el Girl Power por todo el mundo con su primer disco, Spice, nuestras heroínas se lanzaron en barrena al mundo del cine con la injustamente denostada Spice World (1997), delirante comedia musical heredera de títulos como A hard day's night (1964) o Help! (1965) - con los Beatles no os faltáis tanto, ¿eh? Spice World era una gran broma llena de luz y color (como una falla), incluía intervenciones de estrellazas británicas de todos los tiempos como Gary Glitter, Elvis Costello, Bob Hoskins o Roger Moore, y yo escribí una crítica muy faltona sobre ella en el periódico del instituto porque era joven y pretenciosa y no sabía lo que decía:
El estreno de la película venía precedido del lanzamiento del segundo disco de las británicas, Spiceworld (lo escribieron todo junto para que no se llamara exactamente igual que la película pero vaya, poco esfuerzo creativo hay ahí). La presentación de este segundo disco, con todo el bombo, todo el platillo y toda la expectación de los fans, tuvo lugar en Granada, tierra soñada por su jefe de prensa. Al pie de la Alhambra, las Spice Girls lanzaban al mundo su criatura en medio de unos fastos que hubieran hecho palidecer al mismísimo Boabdil. Antena 3 se hacía eco de la noticia en este reportaje que por sí solo vale más que todo este blog. Atención:
Spiceworld (que no intenten convenceros de lo contrario esos amigos vuestros modernos que ahora se van al Primavera) contenía verdaderas joyas del pop como Stop o la que fue seleccionada como primer single, Spice up your life, cuyo videoclip es como un sueño de Kim Jong-Un si Kim Jong-Un tuviera una banda de chicas (y no entiendo que aún no sea así). Un estado absolutista comandado por las Fab Five. Ni George Orwell lo hubiera hecho mejor:
Pero supongo que la avaricia rompe el saco, y estos amagos de megalomanía no fueron sino el principio del fin del fenómeno Spice. En 1998 Geri Halliwell dejaba el grupo por diferencias con sus compañeras, lo cual supuso una pérdida irreparable a pesar de la cual el resto de la formación decidió continuar con su carrera. El primer single publicado sin la pelirroja llevó por título Goodbye (sutil, muy sutil) y no creo que lo recordéis porque básicamente no se comió un rosco. El mundo añoraba a la más mamarracha de las Spice:
Poco después el grupo decide tomarse un descanso, del que regresó con un tercer álbum, Forever, que logró colocar un single (Holler) en el número uno de las listas británicas, y poco más. Forever era lo peor que se puede decir de un disco de las Spice Girls: era aburrido. Puede que nuestras chicas intentaran madurar cuando nadie quería que maduraran, o puede, sin más, su momento hubiera pasado. ¿Era el final de la historia de las Spice? Pues NO. Pero el final de la historia no lo contaremos hoy. Stay tuned.
Corría el año 1994 cuando Chris y Bob Herbert, a la sazón padre e hijo, managers de profesión y listos cual ardillas, decidieron dar una respuesta femenina a la moda de las boy bands que la petaban en aquel momento, léase Boyzone, East 17 o Take That antes de que Robbie Williams los mandara a la mierda y mucho antes de que Gary Barlow empezara a evadir impuestos (Dios mío, este post está adquiriendo tintes de regresión). Para conseguir su propósito de dominar el mundo (del pop) el primer paso era conseguir a sus futuras estrellas. Tras un multitudinario casting al que se presentaron cientos de candidatas, y después de algunos avatares en los que no me extenderé (para ello tenéis la cuasitesis doctoral que algún friki - más friki que yo - ha escrito en Wikipedia), la alineación definitiva quedó compuesta por las archiconocidas Victoria Adams, Melanie Brown, Melanie Chisholm, Geri Halliwell y Emma Bunton. La flor y nata del Imperio Británico.
Lo que más molaba de las Spice Girls es que cada una tenía una personalidad diferente a la de las otras y un apodo, como los superhéroes y la gente de los pueblos. A saber: Victoria era Posh Spice (la pija, que teóricamente era elegante, no sé muy bien para qué estándares); Geri era Ginger Spice (la pelirroja, porque era pelirroja, aquí no había muchas ganas de complicarse la vida); Mel C era Sporty Spice e iba siempre con chándal, algo que Karl Lagerfeld tildaría de derrota ante la vida pero que en los 90 era totalmente aceptable, incluso admirable (cuidado con los 90); Emma era Baby Spice, la más infantil e inocente así de aquellas maneras, y Mel B era Scary Spice, por lo que fuera (porque lo scary era el conjunto).
En julio de 1996 comenzó una brutal campaña de promoción que básicamente consistía en colarlas en cualquier medio en cualquier momento y con cualquier excusa. Yo juro que escuché un programa monográfico sobre ellas en Radio 3, y no sé muy bien en qué circunstancias, pero guardo el recuerdo de haber visto esta actuación el mismo verano que descubrí las Pringles en una estancia en Irlanda (hola, yo viví la época pre-globalización), y haber flipado con ello. Con las dos cosas:
El histórico hit Wannabe tenía también, cómo no, su videoclip, un plano-secuencia de 4 minutos (para los neogafapastas que habéis descubierto el plano-secuencia con la escena de los moteros en True Detective, siento decíroslo pero ellas lo hicieron antes), rodado en el St. Pancras Hotel de Londres, que no te podías sacar de la cabeza ni haciéndote lobotomizar:
Tras extender el Girl Power por todo el mundo con su primer disco, Spice, nuestras heroínas se lanzaron en barrena al mundo del cine con la injustamente denostada Spice World (1997), delirante comedia musical heredera de títulos como A hard day's night (1964) o Help! (1965) - con los Beatles no os faltáis tanto, ¿eh? Spice World era una gran broma llena de luz y color (como una falla), incluía intervenciones de estrellazas británicas de todos los tiempos como Gary Glitter, Elvis Costello, Bob Hoskins o Roger Moore, y yo escribí una crítica muy faltona sobre ella en el periódico del instituto porque era joven y pretenciosa y no sabía lo que decía:
El estreno de la película venía precedido del lanzamiento del segundo disco de las británicas, Spiceworld (lo escribieron todo junto para que no se llamara exactamente igual que la película pero vaya, poco esfuerzo creativo hay ahí). La presentación de este segundo disco, con todo el bombo, todo el platillo y toda la expectación de los fans, tuvo lugar en Granada, tierra soñada por su jefe de prensa. Al pie de la Alhambra, las Spice Girls lanzaban al mundo su criatura en medio de unos fastos que hubieran hecho palidecer al mismísimo Boabdil. Antena 3 se hacía eco de la noticia en este reportaje que por sí solo vale más que todo este blog. Atención:
Spiceworld (que no intenten convenceros de lo contrario esos amigos vuestros modernos que ahora se van al Primavera) contenía verdaderas joyas del pop como Stop o la que fue seleccionada como primer single, Spice up your life, cuyo videoclip es como un sueño de Kim Jong-Un si Kim Jong-Un tuviera una banda de chicas (y no entiendo que aún no sea así). Un estado absolutista comandado por las Fab Five. Ni George Orwell lo hubiera hecho mejor:
Pero supongo que la avaricia rompe el saco, y estos amagos de megalomanía no fueron sino el principio del fin del fenómeno Spice. En 1998 Geri Halliwell dejaba el grupo por diferencias con sus compañeras, lo cual supuso una pérdida irreparable a pesar de la cual el resto de la formación decidió continuar con su carrera. El primer single publicado sin la pelirroja llevó por título Goodbye (sutil, muy sutil) y no creo que lo recordéis porque básicamente no se comió un rosco. El mundo añoraba a la más mamarracha de las Spice:
Poco después el grupo decide tomarse un descanso, del que regresó con un tercer álbum, Forever, que logró colocar un single (Holler) en el número uno de las listas británicas, y poco más. Forever era lo peor que se puede decir de un disco de las Spice Girls: era aburrido. Puede que nuestras chicas intentaran madurar cuando nadie quería que maduraran, o puede, sin más, su momento hubiera pasado. ¿Era el final de la historia de las Spice? Pues NO. Pero el final de la historia no lo contaremos hoy. Stay tuned.
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