sábado, 30 de marzo de 2013

Cumbia, muerte y resurrección

Vosotros no lo sabéis, y yo podría no decir nada, pero llevo un par de días inmersa en una espiral (bastante incómoda) de sinceridad incontenible, y lo voy a confesar: este blog ha estado muerto. La astenia primaveral, mis ya célebres fluctuaciones de humor y, sobre todo, la falta de inspiración, me habían hecho certificar su defunción. Así, sin previo aviso, de golpe seco. Pero hemos sobrevivido. ¿Por qué? La explicación es larga y complicada, voy a intentar darle sentido.

Hace algo más de un mes, mientras intentaba ver El padrino II sin haber visto El padrino I - una clara metáfora de mi manera de proceder en la vida (y así me va), recibí un mensaje de Facebook. La mitad de la troika-pero en bien se manifestaba. Dejé por un momento a Michael Corleone y leí el mensaje. F., la mitad de la troika-pero en bien, había estado escuchando éxitos de los 90 en Argentina y al oír uno de ellos se había acordado de mí. Era el siguiente:


Siempre tengo un sentimiento contradictorio cuando alguien se acuerda de mí al escuchar un producto musical bruto. La cabeza hace que me plantee durante unos segundos la imagen que ofrezco a los que me rodean, pero luego el corazón me da saltitos de alegría. En este caso, más de lo segundo. Sea como fuere, la conversación derivó en un monográfico de cumbia trash. Y ese monográfico derivó a su vez, pese a las reticencias de F. por el hecho de haber tomado una decisión unilateral sin la aprobación de la otra mitad de la troika-pero en bien (no sé si tienen derecho de veto), en la promesa de un especial de PMB sobre cumbia (cumbia villera, según descubrí más tarde en el curso de mis investigaciones).

El caso es que, después de pactar el especial cumbia me di cuenta de que, como de costumbre, me había tirado a la piscina sin mirar si había agua. Yo no tengo ni idea de cumbia, y Tenerife es lo más cerca que he estado de Argentina en mi vida. Así que dejé que otros temas pasaran por delante. Un mes después, aún con la cumbia en la cabeza, merendaba frente al televisor mientras seguía los fastos de la proclamación del nuevo papa (que me gusta el oropel). Y cuando después de lo de"Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam; Eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Georgium Marium Sanctae Romanae Eccleasiae Cardinalem Bergoglio Qui sibi nomen imposuit Franciscum" la locutora dijo que se trataba de un cardenal argentino, me dije: SEÑAL.

papa Francisco

Pero lo dejé correr, no me sentía preparada. Sin embargo, unos días más tarde, me vino a la cabeza una idea: alguien le debía haber dedicado una cumbia al papa Francisco. Así que busqué en Google: "cumbia papal" y oh sorpresa, apareció ante mí una noticia de ese mismo día cuyo titular rezaba (nunca mejor dicho) así: "El papa Francisco, inspirador de cumbias, tangos e incluso un rap". Se lo dije a F., convencida de que era una (otra) señal: "Somos claramente visionarias", me contestó ella, ante este documento:


Pero la verdad es que la inspiración seguía brillando por su ausencia, tras el momento DJ embajonado me había quedado seca. Me documenté, pese a todo. Pedí a F. asesoramiento sobre la idiosincrasia argentina, temerosa de herir susceptibilidades nacionales, y fui remitida a este sketch


No supe qué decir; pensé: "¿y si con mi post ofendo a alguno de mis lectores argentinos?" Y repensé: "¿Qué lectores argentinos? A lo sumo una". Y con todo, me volví a desanimar. Y así llegamos al día de ayer. La Semana Santa, los días libres y la visita de A., la otra mitad de la troika-pero en bien, enviada, estoy segura, por F. con el claro propósito de convencerme para escribir de una vez por todas el especial sobre cumbia, porque, maldita sea, soy incapaz de decirle que no a A. Y aquí estoy, escribiendo. Decidme que a estas alturas de la historia aún os interesa la cumbia villera, porque peligra la vida de la artista. 

Atención a mi proceso de documentación: Wikipedia. "Cumbia". "Cumbia" > "Cumbia argentina" > "En años recientes la cumbia sonidera proveniente de tatatatata... se ha fusionado con el estilo de cumbia peruana para formar la actual cumbia villera, aunque por separada de ést..." a veeeer... > "Cumbia villera"... "Es una corriente de la cumbia argentina cuyas bandas y cantantes abordan frecuentemente en sus letras temáticas relacionadas al sexo, las drogas, el alcohol, la delincuencia"... Pibes Chorros... Damas Gratis... Flor de Piedra... esto es lo que me pasó F., BINGO. Mi conocimiento sobre la cumbia villera se reduce a lo que he leído en Wikipedia (tengo un saber wikipédico) así que me parece más útil remitiros al artículo original que reproducirlo aquí. Centrémonos, en cambio, en los sentimientos. En los tres motivos por los que prometí escribir sobre la cumbia villera y por los que no había olvidado mi promesa:

1) El mensaje: la cumbia villera nació, me dice mi Wiki de mis amores, en las villas miseria de Buenos Aires, y el ámbito temático de las letras abarca desde las drogas hasta la delincuencia, entroncando con una tradición de canción lumpen en la que podríamos inscribir, por mencionar un elemento más cercano, a nuestros Chichos. Hoy me siento socióloga, y también mencionaré el sentimiento de pertenencia al barrio y la lealtad al grupo. Para muestra, Sos un botón, de Flor de Piedra. "¡Sufre por hacerte policía!"


Mi querida Wiki también me dice que la temática del sexo suele estar presente en las letras de la cumbia villera. No sabía muy bien cómo introducir Colate un dedo de los Pibes Chorros, pero en fin, tampoco hace falta estudiar literatura comparada:


2) Los cumbierosFrikipedia dedica a los cumbieros una entrada poco halagadora, a ella os remito, a falta de datos propios. "Lo chungo es poner 'cumbiera' en Google Images", me dice F. Y lo hago, y entiendo por qué me lo dice. Probad. Si estéticamente os recuerdan a los canis, o a las chonis, enhorabuena, vuestras condiciones perceptivo-cognitivas están en perfecto estado. A los cumbieros, como a los canis, se les podrán echar en cara muchas cosas, pero los cumbieros, además de mantener la industria del chándal, tienen CÓDIGO. Y eso me toca la fibra.


No solo eso: los cumbieros son inclusivos. Puede que a veces quieran matar a sus enemigos, como todo hijo de vecino, pero en condiciones normales incluso los más peques tienen cabida en el movimiento. Me emociona ver esta actuación de Flor de Piedra y a los niños bailando con la mítica Jarra loca, que básicamente va de echar drojas en la bebida y eso. HAMOR:


3) El keytar. El keytar (de keyboard y guitar) es un objeto simbólico suficientemente poderoso en sí mismo como para merecer la atención de este blog. El teclado guitarra es a la cumbia villera lo que el ukelele al folk, solo que mola más. Me gusta el keytar por su sonido melodioso y porque era el instrumento que más lo petaba en mi infancia. Querréis ver un keytar molón: el de Pablo Lescano, de Damas Gratis. En su máximo esplendor en esta performance de Quiero vitamina: "del baile me vengo ahi que pedo tengo / no puedo caminar de tanto jalar / estoy re cantina yo quiero vitamina" - pura poesía:


Os he explicado los motivos por los que tomé tan en serio la propuesta del especial sobre cumbia, pero creo que realmente no he hecho un especial sobre cumbia. Quizá porque F. me dijo que el día que hablara de este tema mataría a mis lectores. Igual debería haberos puesto en antecedentes sobre el contexto histórico y sociocultural en el que se desarrolla la cumbia villera, o sobre las diversas influencias que recoge el género. Pero me daba pereza. Lo dicho, ver El Padrino II antes que El Padrino I. Eso es lo mío. Lo importante es que, a los 20 días, Producto Musical Bruto resucitó.

jueves, 21 de marzo de 2013

No disparen al DJ

Vamos a ponernos en situación. Hace unos días, mientras disfrutaba del placer de viajar en la línea 6 de Cercanías de Valencia (on the 6, parafraseando a JLo), descubrí este desesperado tweet de una amiga de I. (abundando en iniciales, también I.): “Pincho 30 min en una fiesta y estoy en modo 'pink moon'. ¿Sugerencias?” De acuerdo, no suena desesperado, pero hay que tener un poquito de sentido del drama. En un tweet posterior me preguntaba directamente: “¿Qué pincho?” – ¡a mí, sin ser yo nada de eso! Como había estado todo el día en mis cosas no había reparado en que todo esto, la fiesta, la desesperación, el intercambio tuitero, había ocurrido la noche anterior. Así que me vine arriba y me ofrecí a compensar mi negligencia con un post completo de PMB (esto es muy valenciano, que lo sepáis). I., la DJ en apuros, me ofreció su colaboración, y yo, que soy muy del duet, pensé: “hey, I just met you, and this is crazy, pero hagámoslo”. Así que, desde nuestros respectivos bajones y nuestras distantes ubicaciones, decidimos que era nuestra obligación ofrecer este servicio público para cualquier DJ ocasional con un compromiso en un momento de bache emocional.

DJs en apuros

Vale, DJ ocasional, te han pedido que pinches en la fiesta de un amigo/a. Tienes un mal día (o una mala época) y a ver quién le dice a tu amigo/a, que te mira con ojos de perrito Tristón (el juguete más bajonero jamás fabricado, yo tuve uno y así me quedé), que no estás ahora para eso. No tienes escapatoria: tus amigos confían en ti porque respetan tu mandanga, pero la cruda realidad es que te quedarías bajo el edredón escuchando temas festivos nivel la discografía completa de Leonard Cohen. Por lo que sea, DJ anónimo; eres un sujeto hipotético y no podemos saber qué es lo que te inquieta, te atormenta o te perturba. No sucumbas a la tentación. No más Myolastan, no más cortavenismo, no más. Hay otra vía para la catarsis, y es la de bombardear a tu entorno con canciones bajoneras en el fondo pero gozables en la forma. Tú que quedas tan a gusto, te descargas, te desestresas, matas la ansiedad un rato, y los demás lo bailan. Yo lo llamo la Tercera Vía, y de eso es de lo que I. y yo nos hemos pasado más de una semana hablando. Pero veamos primero cómo dos personas que solo se conocen por referencias llegan a elaborar una playlist conjunta desde Valencia y Bruselas (pasando por Castellón y Estocolmo), respectivamente.

Paso 1: avasallar a tu interlocutor con todas las canciones que se te ocurran. Esto no nos ha resultado difícil, al parecer las dos tenemos la misma tara. Interesante.
Paso 2: abrirte paso entre la maraña de temas y seleccionar unos cuantos imprescindibles. “¿Cinco tú y cinco yo?” “Cinco tú y cinco yo”.
Paso 3: escribir. Explicar por qué una canción te dice lo que te dice es difícil, explicarlo a cuatro manos, casi imposible. Así que dejo que I. me cuente. Y me cuenta. Y le cuento:

Una propuesta para comenzar: "Hablemos de lugares en los que nunca pasa nada.":


Underwear de FM Belfast. "Ni siquiera tengo la ropa interior limpia porque lo de tener una lavadora por casa es una costumbre que dice mucho del carácter español: limpieza y derroche. Los belgas parecen no entenderlo pero, en cambio, les gustan las fiestas igual que a los españoles. Y quizás mi música. Y Facebook se empeña en presentarme a la nueva novia de mi ex - ESE concepto - , y veo en su Twitter la foto de un plato de albóndigas que han cocinado juntos. Social media stalker. Podríamos pinchar Dancing on my own, que es lo que ponen en la serie Girls para digerir ‘ESE concepto’, pero no. El Underwear de FM Belfast me pone más en modo Underwear de Pulp, how the hell did you get here, y quiero que suene With every heartbeat de Robyn”.


“Puede que haya un par de personas en la sala que estén necesitando digerir albóndigas tanto como yo. Mucha arritmia potencial, entre tanto heartbeat.” Metidas en harina y ya que tenemos a la gente a tope con el Eurodance, podríamos aprovechar para colar uno de esos temas que son susceptibles de hacerte llorar, como cualquier cosa featuring Antony Hegarty, pero que con el volumen adecuado producen el efecto contrario. Yo digo Blind, de Hercules and Love Affair. Ahí hay mucho simbolismo y mucho autoexamen, y oscuridad y sentimiento de deriva y todas esas cosas que en realidad son un poco de adolescente tardío (la adolescencia tardía es lo que hay, dadas las circunstancias), pero I., tú y yo sabemos que lo van a dar todo. Menos las albóndigas, espero.


Pero, como estamos ante un DJ bajonero, lo que el cuerpo le pide es “pinchar algo que lleve al público a rememorar aquellos felices años 20, y sus propias bajonas”, y para eso hay que echar mano de los clásicos sin recurrir al Love will tear us apart (again). Nuestros héroes sobrevivieron. Bueno, casi. New Order, vivos. Curtis... Veamos qué ocurre en la pista de baile cuando suene el Bizarre Love Triangle. New Order lo petan (al menos lo petaban en sus buenos tiempos), y no hay más que hablar. O eso, o es que me acaba de dejar picueta enterarme de que estamos escribiendo todo esto en el Día Internacional de la Felicidad (en serio) y de repente la vida se muestra ante mí en toda su contradictoria grandeza.


I. lleva un mes muy sueco, por lo que puedo colegir de su Twitter y su Facebook, y por sus sugerencias para la playlist. Ella me lo confirma: “Armarios PAX. Ginger cookies. Y Lykke Li.” Y Robyn, y albóndigas de caballo, y edredones, todo lo que un país escandinavo puede ofrecer a una chica mediterránea para sus momentos de recreo. Me declaro culpable también. De dejarme los cuartos en Ikea (a lo largo de los años he comprado pinzas para bolsas por encima de mis posibilidades) y de tener sentimientos contradictorios cuando escucho I follow rivers. Digo más, cuando escucho el Magician Remix de I follow rivers. A mí me pone melancólica y a I. se le atragantó un gofre cuando la pusieron en el chiringuito aquel, pero a nuestro alrededor la gente la baila tan a gusto. Así que entra en lista.


Pero hay que rendirse ante la agridulce evidencia, tal y como me dice mi coautora: “En toda fiesta expat que se precie hay un núcleo de españoles.” Cierto. “Hay un momento de orgullo patrio y de pinchar algo por todos esos amigos y amores que has ido perdiendo en el camino hacia ninguna parte.” Ocurre. “Deberíamos poner un tema que los extranjeros bailen ridículamente, y que los nuestros puedan disfrutar echando suspiros al viento.” Adjudicado a Del montón de Sr. Chinarro. Por eso y porque los amores no correspondidos son los más jodidos - este bonito pareado es mío, gracias. Por todas las veces que te has quedado con todo el montón, por lo que “pudo ser pero nunca fue nada”, porque estás lejos, porque siempre estás lejos con respecto a alguien. Cántate esta.


¿Se estarán diviertiendo? Toca experimento. Compás 4 x 4. Si se lo están pasando bien, si han conectado contigo, DJ embajonado, serán capaces, cuando llegue el momento, de rendirse a True romance de Citizens!, mientras tú te sigues haciendo preguntas existenciales (ojito, que van desde el "what are we doing here" al "what was I thinking when I let you go", pasando por "will we ever know ourselves"). ESAS son las preguntas que deberías hacerte, no por qué tu mejor amigo ya no te habla, por qué te despiertas con los dientes tan apretados o por qué la procrastinación domina tus días (hola).


Desde que empezamos a tramar la lista, I. y yo apostamos al mismo caballo ganador (¿por qué estoy tan equina?). Si hablas de canciones catárticas, Javiera Mena es una tecla que vas a acabar tocando. Con la Mena me pasa una cosa, y es que no me entero muy bien de lo que quieren decir sus letras hasta que no lo leo, explicado por ella, en alguna entrevista. La chica, que es así de críptica. O que no se explica bien, yo qué sé. Más a mi favor. Desahogo y disimulo. El punto amargo que no se nota. Ella te está hablando de una ruptura, como en Luz de piedra de luna, pero tú lo bailas, y lo gozas, y lo cantas (sí, esto es una referencia a las Ketchup) cual Joven y alocada. Y así. Aprovéchate y métele a tu audiencia un gol de chilena (y quítame dos puntos del carnet de blogger por este chiste malo).


Si estás fuera de tu país, sea el que sea (y sé que I. me dará la razón) acabas teniendo momentos Lost in Translation, y con Lost in Translation me refiero a sentirte un poco solo y un poco fuera de lugar, en general. Me reencuentro con Too young, de Phoenix, mientras ceno dos yogures caducados (fiel al espíritu de Arias Cañete) y de repente me siento como Bill Murray y Scarlett Johansson en mi propia ciudad. Mejor no pienso en los años que tenía cuando se publicó United. Es decir, en los que han pasado. Pero creo que no estaría de más incluir en la lista una de las canciones malrolleras más buenrolleras de la historia. O al revés (capítulos que se cierran vs. toda la fiesta, tómatelo como quieras).


Me parece fundamental acabar la playlist con una peineta simbólica, como remate final y en consonancia con los tiempos que vivimos. Míralos, qué bonicos, han bailado como perras hediondas y con un poco de suerte no se han dado cuenta de que estás un poco así. De modo que puedes entregarte a la pataleta final con We are beautiful, we are doomed, de Los Campesinos! Cosas de ausencias, terceros y cuartos indeseados y mal tolerados, esperas, viajes y angustia vital en general. Lo normal. Garantizado, cantar a grito pelado “there is future in the fucking / but there is no fucking future” o, alternativamente, “you said he got his teeth fixed / I’m gonna break them”  te va a venir muy bien para lo tuyo.


Terminamos de escribir e I. me pregunta por qué ofrezco este servicio público. Yo qué sé, en algún momento un DJ habrá salvado mi vida, a lo Indeep, y mi código de honor samurái me impulsa a devolver la ayuda. Así que, DJ en apuros, si estás ahí, manifiéstate. Dinos que ha ido bien. Dinos que han bailado. Dinos al menos que no te han hecho quedarte a limpiar. Esperemos, en todo caso, que la catarsis solo haya sido emocional y que las albóndigas de Ikea no hayan hecho estragos en los presentes. Y en caso de urgencia, estamos de guardia.

lunes, 11 de marzo de 2013

Ese basto universo

Merienda con... S.:
Todobici Valencia
- Pack de 4 berlinas de Mercadona (wannabe donuts): 1,09 €
- Pack de 6 batidos de chocolate Hacendado: 1,29 €
Total: 2,38 €

No quiero pasarme comiendo, pero cuando S. propone matar el paquete de donuts estiro el brazo y cojo el mío como si fuera a salir corriendo. La merienda es una costumbre deliciosa, y la bollería industrial una tentación que suelo evitar cayendo en ella, siguiendo el consejo del maestro Oscar Wilde. Hace un tiempo de perros, como comprobaré más tarde al volver a casa en bici bajo la lluvia, y la tarde invita a actividades confortantes como la revisión de viejas fotos. Mientras comemos, y entre cliente y cliente, S. me enseña el reportaje fotográfico de un viaje a un lugar de la Mancha cuyo nombre no daré para no restar universalidad a mi relato. Como y miro fotos, bebo y miro fotos, como más... hasta que una de las imágenes hace que el bollo glaseado se detenga en su tránsito a través de mi esófago. Esta (las pijadas las he añadido yo, la foto venía pelada y mondada):

DIsco Bar Potorro

Oh, Dios mío. Un nombre tan, tan rotundo... Ya no se abren bares como los de antes. Ahora vendréis los listos a decir que un "potorro", según la RAE, es un salero. ME DA IGUAL. Todos habéis pensado lo mismo que yo y a todos se os habría atascado el donut en el galillo. El caso es que el Disco Bar Potorro siguió presente en nuestras conversaciones hasta que un día S. me propuso un ejercicio: dejarme inspirar por  la foto y crear una playlist para el local. Aceptado el desafío, me puse en seguida en situación: yo me veía como Alaska y Mario Vaquerizo, tirada en la alfombra de leopardo de mi piso pintado de rosa, metiendo en la fiambrera de Hello Kitty mis más valiosos cedeses. Imaginé un cartel en la puerta anunciándome: PMB DJ Set, escrito en Comic Sans y con colores flúor. Y me vi siendo por una noche la estrella del disco bar:

actuación estelar

Para preparar mi playlist me basé en ciertas premisas referidas a la idiosincrasia del Potorro. Cualquier "Potorro" como concepto simbólico, universal, de disco bar con un farolillo de Fanta de naranja y un nombre bigger than life. Cuando pienso en el Potorro, adivino una clientela vespertina compuesta por jugadores de guiñote y dominó de mediana edad, que darían paso, de cara a la noche, a un público más diverso, en el que los mismos señores (al menos un remanente) se entremezclarían con mujeres embutidas en animal print (no me preguntéis por qué, pero es lo que me viene a la cabeza, el diseño de la fachada me sugiere tapetes de cartas y el nombre del bar, leopardo y tigretón) y, seguro, algunos representantes de la juventud de la zona, ávidos de fly, party sabrosura. Tengo en cuenta, por supuesto, que las modernas y los hipsters muestran también una tendencia hacia el local auténtico y (por qué no) con humedades en la fachada, como el nuestro. Este, por lo tanto, podría ser un destino para ellos, tal vez más avanzada la madrugada. Como ya hemos mencionado, el nombre de un local marca su personalidad, y el Potorro debe dar lo que promete: sensualidad, fuerza, y descaro castizo (comprobad que no utilizo los términos "basto" y "ordinario"). Teniendo en cuenta todos estos factores, di al fin con algunas canciones que no podrían faltar en la "Potorro Session". Allá van:

Que te voy a comer, de Manolo Escobar, es perfecta para iniciar el tránsito del guiñote a la fiestuki. Solo hay que fijarse un poco en la expresión de Manolo para darse cuenta: él mismo sabía que iba a partir la pana con este remix, que conseguirá que los señores vayan cambiando el sol y sombra por un roncola:


Clávame, de Azúcar Moreno. Temazo de raza: carnalidad, sutil provocación e intensidad dramática. Todo lo que puede ofrecer el Potorro. Que quede claro desde ya.


Tango de pasión, de Anamor y Toñi Salazar. Qué conveniente sería en este momento que el disco bar dispusiera de una pantalla gigante para proyectar este vídeo. Chulazos lustrosos jugando al billar, Anamor bailando en la barra, Toñi más explosiva que nunca (no digo más), Julio José Iglesias sentado en un sillón en medio de un polígono, peleas y fuego. What else?


Salvaje, de Sonia Monroy. Conviene mantener la intensidad, pero quizá también virar hacia un tono algo más festivo. La gente siempre se identifica con una canción que habla de celos, y Sonia Monroy es una artista de prestigio, polifacética e internacional. Ella sabe que tú estás crazy for her. Apuesta segura.


Papi Chulo, de Lorna. De acuerdo, se acabaron los preliminares. Seguro que los señores del dominó se han cansado y se han ido a dormir. El resto de los presentes están deseando un hitazo legendario como este de Lorna, que se presenta solo.


Micromania, de Tata Golosa. Lo mejor que hemos importado de Italia en las últimas décadas. Una mujer de rompe y rasga con una facilidad pasmosa para la composición. Y ahora... ¿los micrófonos? ¡NO! ¡Los tambores!:


Respeta mi mandanga, de Chacho Brodas. Parece que entran los primeros grupos de modernas, dispuestos a hallar en nuestro bar su dosis de pintoresquismo. De acuerdo, se lo daremos. Pero hipsters: RESPECT. En el Potorro también hay mandanga fly.


Toda loca, de Meneo vs. Vampire. Las modernas creen que van en busca de un ambiente auténtico de bar, pero en su fuero interno están anhelando su cachito de Siglo 21. Hay que hacerles saber que estamos al tanto de las últimas tendencias. Y sí, en este momento también sería necesaria la pantalla gigante. Invocando a Julio Iglesias en la costa gallega. Sublime.


- Se te ve la tanga, de Damas Gratis. Si ya ha habido hermanamiento entre las facciones y todo el mundo está suficientemente borracho, como preveo que lo estará, el momento pide cumbia. ¿Hay una manera mejor de acabar la noche?


- Veneno pa' tu piel, de La Veneno. ¡Sí, hay na manera aún mejor de acabar la noche! Con subidón y marcando territorio. La Veneno aprendió rumano para poder decir "tó lo má ordinario", y lo suyo es inspirarse en ella para poder pincharlo.


En mi ensoñación, la que empezaba conmigo tirada en la alfombra de leopardo sintético y cargando material en la fiambrera, ha amanecido hace un buen rato. Me han tirado unos cuantos cubatas por encima y he tenido que pinchar cinco veces el nuevo single de Paquirrín, pero me da igual, porque he triunfado. If I can make it there, I'll make it anywhere. It's up to you, Potorro, Potorro.

viernes, 1 de marzo de 2013

On fire

La fecha ha llegado. Había señales, y no eran difíciles de interpretar. Destellos en el cielo y rumores en las calles. No, no, no estoy hablando de las profecías de Malaquías. Estoy hablando de algo importante de verdad. No es que tenga un especial afán localista, pero hay una época del año, que viene a ser esta, en la que el localismo, más que atraerme, me engulle, directamente*. Del 15 al 19 de marzo, especialmente, pero oficialmente a partir del 1 de marzo, esta ciudad se transmuta, el paisaje urbano se transforma y Valencia-a secas se convierte en “VALENCIA EN FALLAS”.


Por eso me parece necesario aprovechar esta plataforma no solo para desahogarme antes de que empiece el tumulto, sino también para ofrecer a los no iniciados una pequeña guía para una de las fiestas más populares del mundo. En este caso, mi guía se podría resumir en una palabra: HUID. Pero me extenderé un poco más. Empecemos contextualizando la cuestión. Las Fallas se celebran en honor de San José. Algunos autores atribuyen a la fiesta un origen pagano, relacionado con la llegada de la primavera. Según la versión popular, su origen estaría en una tradición de los carpinteros que, coincidiendo con la fiesta de su patrón quemaban los trastos viejos a modo de purificación y, de paso, para hacer limpieza. Estos restos de stock habrían evolucionado con el tiempo a los actuales ninots.

rita on fire

Bien, ahora situémoslas geogáficamente. Para este propósito utilizaré dos maravillosos mapas elaborados por G. para su blog Una Pregunta, en el que relata la vida de un italiano en la ciudad del Turia. Miremos el mapa 1: la celebración de las fiestas de San José se extiende por gran parte de la geografía valenciana, incluyendo parte del "Reino de los Fabra", la zona de "ricos de vacaciones" y la que "no se sabe por qué forma parte del País Valencià" y llegando hasta "casi Murcia". Otras zonas de la costa levantina también tienen lo suyo. En Castellón de la Plana se celebran, también por estas fechas (precisamente empiezan mañana), las Fiestas de la Magdalena (los hipsters las podéis llamar Muffin Party o Muffinfest), que conmemoran la fundación de la ciudad y en las que se pasean unos monumentos llamados gaiatas que ni siquiera los nativos de la capital de la Plana llegamos a comprender. En Alicante se celebran las Hogueras, coincidiendo con San Juan y el solsticio de verano, y también con un componente piromaníaco significativo. Para más fiestas, os remito a la web de turismo de la Comunitat Valenciana, más que nada porque tengo una (poca) vida al margen de este blog.


Centrándonos en Valencia capital, y si miráis el plano número 2, las fallas invaden casi todo el trazado urbano, pero se concentran esencialmente en la zona marcada en azul ("calles en las que te pierdes" y "turistas y locales caros" aka El Carmen) y el área "radical chic y modernos", más conocida como Ruzafa. Llamémoslas "zona cero 1" y "zona cero 2". Internarse en cualquiera de las dos durante las fiestas puede tener consecuencias imprevisibles, pero no hay que temer: están bien delimitadas y disponen de una señalización luminosa que las hace inconfundibles:


Hay otra manera de reconocer las zonas de batalla. Uno: huele a pólvora. Dos: se escuchan de manera continua explosiones de diversa intensidad. No te asustes, forastero ("forastero" me parece algo que podrían decir, indistintamente, el sheriff de Tombstone o una señora de un pueblo de Albacete). En Valencia, durante las Fallas, la pirotecnia es como una religión: los niños tiran petardos, los adolescentes te tiran petardos a la cara y las alcaldesas te pueden pegar un petardazo cuando menos te lo esperas:


Más pistas: durante estas fiestas, en general toda la ciudad pero especialmente las "zonas cero", tienen una banda sonora característica que comienza a atacar los oídos de los residentes a las 8 de la mañana y no deja de hacerlo hasta la madrugada. La selección musical puede oscilar entre los éxitos veraniegos del momento (las Fallas se celebran en invierno, por lo que por lo general estamos hablando de veranos pasados), algunos imprescindibles de la canción popular valenciana y, en general, clásicos de la música de fiesta, como la mítica Paquito el Chololatero, ya sea en su versión tradicional o reinterpretada por los genios modernos...


... u otros no menos míticos, como Amparito Roca, un must de las tardes taurinas falleras que así, de por sí, no impresiona especialmente, pero que tocada por una banda de la USA Air Force, con todos sus miembros ataviados con ropa de campaña... PUES SÍ:


Todas estas pistas os ayudarán a localizar las zonas que los visitantes quieren encontrar y la mayoría de los locales, evitar.  Tal vez penséis que me estoy quejando demasiado. Que lo que pasa es que soy una persona huraña e irascible que no soporta que la gente se divierta a su alrededor. Tenéis parte de razón. Pero debéis saber también que estas líneas las escribe alguien que ha visto, casco en cabeza, una mascletà en la Plaza del Ayuntamiento, y no fuera sino dentro del perímetro de seguridad. Una persona que ha quemado en su patio interior una falla hecha con rollos de papel higiénico mientras cantaba el himno fallero y era rociada por los vecinos de arriba con un vaso de agua. Porque sí, clama al cielo que la ciudad se convierta en territorio comanche durante más de quince días por la ley de L'Oréal, que no puedas dormir ni desplazarte con normalidad, pero el fuego, en Valencia, Alicante y Castellón, tira.

El fuego, en todas sus variedades, es una de las grandes atracciones de las Fallas. Por algún motivo, el ser humano gusta de esa sensación de peligro que ofrece el cálido elemento, y que en las Fallas se ofrece en múltiples formas: que te estalle un petardo en las manos, que te tiren uno y te produzca quemaduras, o bien achicharrarte poniéndote en primera fila la noche de la Cremà. Cosas que molan. En Valencia, en Fallas, todo es ardiente. Las noches, el aceite de (re)freír los buñuelos y, como bien sabía El Titi, el amor:


Porque las Fallas son también escenario de historias de amor. No creo necesario traducir el dicho "Si en Falles no folles, en Pasqua no falles". En fin, igual decir "amor", a lo Haneke, es pasarse, pero seamos francos, la gente va muy cocida y eso facilita las cosas. No lo voy a contar yo. Nunca cuento nada que ya se haya contado antes. ¿Por originalidad? No, por pereza. Cristinita Percances relata perfectamente lo que es un Amor fallero:


En fin, después de esta pequeña introducción a las Fallas cada uno debería ser capaz de tomar su propia decisión. Tenéis 15 días para pensarlo. 15 días, en mi caso, para ver cómo las carpas falleras se ciernen sobre mí, cómo Rita Barberá luce, día tras día, sus mejores galas en el balcón del Ayuntamiento antes de la mascletà y para que el olor a churrería invada mi pituitaria hasta prácticamente atrofiarla. Yo lo tengo claro, como todos los años. Si venís a Valencia, avisadme y quedamos. Pero en otras fechas.

*Nota aclaratoria: no nací en Valencia, pero llevo 14 años viviendo en la ciudad y, según I., que es de Valencia de toda la vida, el empadronamiento y el conocimiento del callejero me otorgan el sello de valencianidad a todos los efectos.