lunes, 11 de marzo de 2013

Ese basto universo

Merienda con... S.:
Todobici Valencia
- Pack de 4 berlinas de Mercadona (wannabe donuts): 1,09 €
- Pack de 6 batidos de chocolate Hacendado: 1,29 €
Total: 2,38 €

No quiero pasarme comiendo, pero cuando S. propone matar el paquete de donuts estiro el brazo y cojo el mío como si fuera a salir corriendo. La merienda es una costumbre deliciosa, y la bollería industrial una tentación que suelo evitar cayendo en ella, siguiendo el consejo del maestro Oscar Wilde. Hace un tiempo de perros, como comprobaré más tarde al volver a casa en bici bajo la lluvia, y la tarde invita a actividades confortantes como la revisión de viejas fotos. Mientras comemos, y entre cliente y cliente, S. me enseña el reportaje fotográfico de un viaje a un lugar de la Mancha cuyo nombre no daré para no restar universalidad a mi relato. Como y miro fotos, bebo y miro fotos, como más... hasta que una de las imágenes hace que el bollo glaseado se detenga en su tránsito a través de mi esófago. Esta (las pijadas las he añadido yo, la foto venía pelada y mondada):

DIsco Bar Potorro

Oh, Dios mío. Un nombre tan, tan rotundo... Ya no se abren bares como los de antes. Ahora vendréis los listos a decir que un "potorro", según la RAE, es un salero. ME DA IGUAL. Todos habéis pensado lo mismo que yo y a todos se os habría atascado el donut en el galillo. El caso es que el Disco Bar Potorro siguió presente en nuestras conversaciones hasta que un día S. me propuso un ejercicio: dejarme inspirar por  la foto y crear una playlist para el local. Aceptado el desafío, me puse en seguida en situación: yo me veía como Alaska y Mario Vaquerizo, tirada en la alfombra de leopardo de mi piso pintado de rosa, metiendo en la fiambrera de Hello Kitty mis más valiosos cedeses. Imaginé un cartel en la puerta anunciándome: PMB DJ Set, escrito en Comic Sans y con colores flúor. Y me vi siendo por una noche la estrella del disco bar:

actuación estelar

Para preparar mi playlist me basé en ciertas premisas referidas a la idiosincrasia del Potorro. Cualquier "Potorro" como concepto simbólico, universal, de disco bar con un farolillo de Fanta de naranja y un nombre bigger than life. Cuando pienso en el Potorro, adivino una clientela vespertina compuesta por jugadores de guiñote y dominó de mediana edad, que darían paso, de cara a la noche, a un público más diverso, en el que los mismos señores (al menos un remanente) se entremezclarían con mujeres embutidas en animal print (no me preguntéis por qué, pero es lo que me viene a la cabeza, el diseño de la fachada me sugiere tapetes de cartas y el nombre del bar, leopardo y tigretón) y, seguro, algunos representantes de la juventud de la zona, ávidos de fly, party sabrosura. Tengo en cuenta, por supuesto, que las modernas y los hipsters muestran también una tendencia hacia el local auténtico y (por qué no) con humedades en la fachada, como el nuestro. Este, por lo tanto, podría ser un destino para ellos, tal vez más avanzada la madrugada. Como ya hemos mencionado, el nombre de un local marca su personalidad, y el Potorro debe dar lo que promete: sensualidad, fuerza, y descaro castizo (comprobad que no utilizo los términos "basto" y "ordinario"). Teniendo en cuenta todos estos factores, di al fin con algunas canciones que no podrían faltar en la "Potorro Session". Allá van:

Que te voy a comer, de Manolo Escobar, es perfecta para iniciar el tránsito del guiñote a la fiestuki. Solo hay que fijarse un poco en la expresión de Manolo para darse cuenta: él mismo sabía que iba a partir la pana con este remix, que conseguirá que los señores vayan cambiando el sol y sombra por un roncola:


Clávame, de Azúcar Moreno. Temazo de raza: carnalidad, sutil provocación e intensidad dramática. Todo lo que puede ofrecer el Potorro. Que quede claro desde ya.


Tango de pasión, de Anamor y Toñi Salazar. Qué conveniente sería en este momento que el disco bar dispusiera de una pantalla gigante para proyectar este vídeo. Chulazos lustrosos jugando al billar, Anamor bailando en la barra, Toñi más explosiva que nunca (no digo más), Julio José Iglesias sentado en un sillón en medio de un polígono, peleas y fuego. What else?


Salvaje, de Sonia Monroy. Conviene mantener la intensidad, pero quizá también virar hacia un tono algo más festivo. La gente siempre se identifica con una canción que habla de celos, y Sonia Monroy es una artista de prestigio, polifacética e internacional. Ella sabe que tú estás crazy for her. Apuesta segura.


Papi Chulo, de Lorna. De acuerdo, se acabaron los preliminares. Seguro que los señores del dominó se han cansado y se han ido a dormir. El resto de los presentes están deseando un hitazo legendario como este de Lorna, que se presenta solo.


Micromania, de Tata Golosa. Lo mejor que hemos importado de Italia en las últimas décadas. Una mujer de rompe y rasga con una facilidad pasmosa para la composición. Y ahora... ¿los micrófonos? ¡NO! ¡Los tambores!:


Respeta mi mandanga, de Chacho Brodas. Parece que entran los primeros grupos de modernas, dispuestos a hallar en nuestro bar su dosis de pintoresquismo. De acuerdo, se lo daremos. Pero hipsters: RESPECT. En el Potorro también hay mandanga fly.


Toda loca, de Meneo vs. Vampire. Las modernas creen que van en busca de un ambiente auténtico de bar, pero en su fuero interno están anhelando su cachito de Siglo 21. Hay que hacerles saber que estamos al tanto de las últimas tendencias. Y sí, en este momento también sería necesaria la pantalla gigante. Invocando a Julio Iglesias en la costa gallega. Sublime.


- Se te ve la tanga, de Damas Gratis. Si ya ha habido hermanamiento entre las facciones y todo el mundo está suficientemente borracho, como preveo que lo estará, el momento pide cumbia. ¿Hay una manera mejor de acabar la noche?


- Veneno pa' tu piel, de La Veneno. ¡Sí, hay na manera aún mejor de acabar la noche! Con subidón y marcando territorio. La Veneno aprendió rumano para poder decir "tó lo má ordinario", y lo suyo es inspirarse en ella para poder pincharlo.


En mi ensoñación, la que empezaba conmigo tirada en la alfombra de leopardo sintético y cargando material en la fiambrera, ha amanecido hace un buen rato. Me han tirado unos cuantos cubatas por encima y he tenido que pinchar cinco veces el nuevo single de Paquirrín, pero me da igual, porque he triunfado. If I can make it there, I'll make it anywhere. It's up to you, Potorro, Potorro.

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