martes, 9 de octubre de 2012

Looking back in resquemor

¿Habéis vivido alguna vez ese momento en el que tus padres y tus amigos se juntan en un mismo lugar y a ti te entra la ansiedad ante ciertas potenciales conversaciones? Seguro que sí. A mí me pasó hace poco. Me di la vuelta un segundo y cuando volví a mirar ahí estaba mi madre, hablando con A. y G., que me miraban y sonreían de manera inquietante. De hecho, G. sonreía y A. abría abría mucho los ojos al mirarme. Los ojos de A. decían: “oyoyoyoyoy”. Sí, mi madre les estaba contando cosas de cuando yo era pequeña, mi ansiedad era justificada. Los padres hacen esas cosas porque te quieren y se sienten orgullosos de ti, tengas 15 o 65 años. Pero a ti, indefectiblemente, te da vergüenza.

resquemor

Desconozco el mecanismo por el cual el ser humano tiende a avergonzarse, aunque solo sea un poquito, de su pasado. Seguramente Eduard Punset, que explica científicamente cosas como el fenómeno fan, la causalidad de las casualidades o el doble horneado del pan de molde, tendrá una respuesta para esto; yo me limito a constatarlo. A la gente le gusta decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero luego esconden sus fotos ochenteras con hombreras king size y gafas de violador. Es así. Los cantantes siguen ese mismo proceso y suelen renegar de sus inicios, a veces con bastante buen criterio. Sin embargo, a nosotros nos gusta recordarlo porque, como si fuéramos sus padres, les queremos. No, no, es porque tenemos muy mala baba.

Hay casos muy sangrantes de negación del pasado, como el de Alejandro Sanz. Yo, personalmente, lo respeto pero no lo comparto, o lo comparto pero no lo respeto, no lo tengo claro. Lo comparto, o lo que sea, porque ese pasado muy, muy bizarro y bastante casposo, aunque no lo acabo de respetar porque (y esto es una opinión particular) su presente tampoco es como para tirar cohetes (“yo soy la calle donde te lo encontraste a él” ¿?) y se siente bien orgulloso. En fin, como la mayoría de vosotros sabréis, Alejandro fue, antes que Sanz, Magno. Como el brandy. Y en aquellos tiempos era una mezcla entre Paco Clavel, Locomía y La Húngara, una cosa bastante almodovariana y mucho más moderna que su estilo actual. Hoy Alejandro, quizá recordando aquellos tiempos, o quizá debido a un acto fallido, titula su último disco La música no se toca. Pero a mí me gustaba más Los chulos son pa’ cuidarlos (1989).


Si tu familia está metida en el mundillo artístico, tu padrino es Lucchino Visconti y tienes un apellido con el que puedes hacer lo que te dé la gana, la verdad es que te está muy mal no dedicarte a la farándula. Miguel Bosé, Papito Papitwo ya sin ir más lejos. Miguel, que vive en los últimos tiempos, para alivio de muchos, más dedicado a su faceta familiar que a la musical (es papi de two hijos, por si no habíais pillado el juego de palabras), consagró sus años mozos a formarse como artista en escuelas de París, Londres, Nueva York y Roma. Si la formación no le merecía la pena, al menos el viaje sí. Uno de sus primeros éxitos fue este Linda (1977), del que si bien es cierto que el cantante nunca ha renegado, cabe destacar que es uno de los temas más cínicos de la historia de la música. Básicamente un tipo que le recuerda a su churri, antes de que “se unan sus cuerpos”, que está pensando en otra. Pero que vamos allá. A ver qué cara se te queda si te sueltan eso. O igual es que no lo entendemos bien,como él no entiende el 80% del indie.


Otro caso de pasado bastante enterrable y sin embargo no enterrado (eso es un ejercicio de valentía que hay que reconocer) es el de Melendi.  Melendi, nacido Ramón Melendi Espina, a la sazón compañero de clase de Fernando Alonso, ha virado su carrera (todo en teoría) hacia el rock, se ha planchado el pelo, se ha apuntado al gimnasio y se ha convertido en un tipo duro a lo Bon Jovi (sí, esa comparación es lo que es) que canta a barbies de extrarradio. Pero, años ha, Melendi era un tirillas con unas rastas bastante sospechosas que se dedicaba al flamenquito, con el que cosechó grandes éxitos como este Mi rumbita pa’ tus pies (Sin noticias de Holanda, 2003), que era lo que él decía que petaba la radio. Inexplicablemente, no se equivocaba y, más inexplicablemente aún, la sigue petando.


Sé que voy a entrar en un terreno pantanoso. Pese a que para algunos son un referente en cuanto a moda, otros muchos desearían que los 80 no hubieran existido nunca. Pues no puede ser. Si los 80 no hubieran existido, muchas personas, entre ellas servidora, no habríamos nacido, con lo que sería imposible que yo estuviera escribiendo esto y totalmente incoherente que vosotros lo leyérais, lo cual crearía una paradoja espacio-temporal que podría hacer que el Universo implosionara. Si mis conocimientos de astrofísica no me engañan, claro. Así que lo siento por Thalía y Paulina Rubio, que tuvieron su momento de gloria como estrellas adolescentes en el grupo Timbiriche. Melenazas cardadas, maquillajes imposibles, el glamour de la lycra, el ídolo adolescente, Quinceañera. (1987). Y aún lo son. Ídolos, no quinceañeras.


Al final de todo, esto me va a servir para confirmar mi teoría: YouTube son los padres. Es decir, que YouTube es como esos padres que guardan tus fotos vestida de espantaja (no era culpa mía, era mi padre que combinaba mal los colores), o en la bañera metiéndote el pie en la boca, y cuando menos te lo esperas se las enseñan a todo el mundo. No tiene por qué ser tan malo, puedes aprovechar para reírte tú también. Pero, en todo caso, no, cualquier tiempo pasado no fue mejor. El presente (y quién sabe si el futuro) pueden estar, al menos, relativamente bien. Qué demonios, pueden estar hasta muy bien. Así que ánimo y buena suerte. 

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